Page 108 - El Reportaje, el ensayo
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capítulo vii
pq De un género a otro
En cuanto al reportaje, éste tiene en el periódico su medio natural.
Mas, una vez que este género se perfecciona, profundiza en la inves-
tigación de los fenómenos y trasciende el marco de la estrecha actua-
lidad, otros medios de difusión le abren sus puertas. La recopilación y
selección de muchos reportajes pasará a ocupar las páginas del libro, a
formar un libro, porque su vigencia no caduca a las 24 horas como las
escuetas noticias del día. El reportaje es ya un verdadero estudio en
forma integral sobre hechos y fenómenos y, en consecuencia, tendrá
un valor documental e histórico para los investigadores del futuro. Y
también, para los lectores en general, un valor literario.
Pero además, este género llegó a cobrar tanta impor tancia y popu-
laridad, que hoy día, sin necesidad de pasar inicialmente por las páginas
del diario o la revista, es concebido desde un principio como libro. Los
grandes reportajes del cubano Ramiro Valdez sobre las guerras de An-
gola y Etiopía; trabajos ubicados en la corriente del Nuevo Periodismo;
el libro de Eleazar Díaz Rangel sobre la división del PCV y muchas tesis
de grado de estudiantes de nuestra Escuela de Comunicación Social son
magníficos ejemplos. En el caso de reportajes publicados primero en la
prensa y luego recogidos en libros, están los de Germán Carías, Juan Ma-
nuel Polo y, aquí mismo en Venezuela, Gabriel García Márquez “cuando
era feliz e indocumenta do”.
El reportaje novelado para narrar literariamente hechos reales; el
gran reportaje interpretativo para profundizar en el acontecer del mun-
do contemporáneo, le han dado al género una dimensión que cada día
cobra mayor importancia. Hay situaciones cuya cobertura des borda las
páginas del periódico. Situaciones complejas, interesantes y significa-
tivas para la sociedad. El hombre de hoy exige una explicación de las
mismas y es el periodista quien está llamado a dársela, para lo cual el
reportaje resulta el género periodístico más completo y apropiado. El
historiador, generalmente, observa los fenómenos actuales, los anali-
za, pero prefiere esperar que se “enfríen” un poco, verlos a distancia,
despojados por el tiempo de cargas emotivas, para escribir sobre los
mismos, luego de un análisis frío, de laboratorio, con todos los elemen-
tos. El periodista no puede esperar que los fenómenos pasen porque
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