Page 112 - El Reportaje, el ensayo
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capítulo vii
pq De un género a otro
Otro aspecto al cual se recurre es a la falta de pruebas que carac-
teriza al ensayo y a la obligación –de esto se ha quejado (o burlado)
García Márquez– que tiene el periodista de presentarlas. Este punto
lo tocamos en páginas anteriores, pero no está de más señalar que
todo ensayista verdadero tiene pruebas para demostrar sus opiniones
o afirmaciones, aunque se exima de exponerlas explícitamente. Orte-
ga y Gasset, un ensayista excepcional, deja zanjado el asunto de las
pruebas en estos términos:
Para el escritor hay una cuestión de honor intelectual en no escribir
nada susceptible de prueba sin poseer antes ésta. Pero le es lícito bo-
rrar de su obra toda apariencia apodíctica, dejando las comprobaciones
meramente indica das, en elipse, de modo que quien las necesite pueda
encontrarlas y no estorben, por otra parte, la expansión del íntimo ca-
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lor con que los pensamientos fueron pensados .
El párrafo anterior refleja la preocupación estética del ensayista, su
deseo de establecer una comunicación amena y franca con el lector,
sin agobiarlo con la proliferación de citas y referencias que lo conde-
nen a estar cayendo cada rato a pie de página.
Aun los libros de intención exclusivamente científica –agrega Orte-
ga y Gasset– comienzan a escribirse en estilo menos didáctico y de
remediavagos; se suprime en lo posible las notas al pie, y el rígido
aparato mecánico de la prueba es disuelto en una elocución más or-
gánica, movida y personal .
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Existe, pues, una zona fronteriza entre el reportaje y el ensayo. En
algunos casos, será fácil ubicarla y caracterizarla, pero en otros todo
intento de hacerlo será inútil. Conocidos ambos como los géneros
de nuestra época, de los tiempos modernos, existen rasgos comunes
y puntos de contacto que hacen muchas veces difusas las fronteras y
17 José Ortega y Gasset. Ob cit., p. 37.
18 Ídem.
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