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116 Ecosocialismo l Andrés Bansart
Con la Revolución Industrial nació el capitalismo. Desde luego,
tenía sus antecedentes: podríamos fijar la fecha de 1492 como el
inicio de la explotación sistemática del hombre por el hombre de
los tiempos modernos y el pillaje también sistemático de la natu-
raleza por el ser humano. Pero sólo utilizamos este breve recuento
histórico para entender la evolución contemporánea del concepto
de trabajo y de las praxis laborales.
Con el capitalismo industrial surgió el concepto de alienación.
Antes, desde luego, había conciencia de la explotación y la injus-
ticia, pero no se analizaban éstas como se hizo después. La religión
servía para “explicar” las diferencias de clase, prometía la felicidad
después de la muerte e incitaba a los explotados a aguantar los
malos tratos. Hay que notar, entre paréntesis, que, desde el final del
siglo XIX, algunos sectores religiosos minoritarios evolucionaron
para no perder la clase obrera que se estaba organizando (pero no
renunciaron, por eso, a sus mitos ni a la manipulación de las masas).
Se fueron creando algunos movimientos sociales y, poco a poco,
la clase obrera europea logró mejorar sus condiciones de vida entre
el final del siglo XIX y la mitad del siglo XX. Lo importante es que
logró reflexionar sobre sí misma, sobre las injusticias y sobre las
ideologías religiosas alienantes. Logró relacionar la reflexión filo-
sófica y la praxis política.
La reflexión le permitió descubrir que existía una total perver-
sión en la organización social. El trabajador descubrió que era
un ser poseído y que el fruto de su trabajo llevaba a un no-ser
personal y servía al tener ajeno. Descubrió que lo utilizaban para
producir objetos. El producto del trabajo se convertía en mercancía.
La alienación socioeconómica es muy parecida a la alienación
mental. La alienación del ser individual o colectivo es un estado en
el cual sus facultades están gravemente alteradas. Esta alienación o
enajenación no le permite conocerse a sí mismo, identificarse y ser
dueños de sí mismos. Ya no es capaz de autonomía y es esclavo de
un dueño individual o de un sistema. La clase obrera europea fue
entendiendo estos mecanismos que corresponden a una especie
de “psiquiatría colectiva”. El esclavo no se pertenecía; pertenecía