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y manteniendo esperanzas de realizarla, puso en ejercicio la seducción, la
intriga, y últimamente se ha aventurado a probar la fuerza.
el comportamiento noble, generoso y heroico del departamento de
la Paz al entrar allí las tropas agresoras, distinguiéndose siempre como el
adorno de la República: las firmes repulsas de los pacíficos cochabambinos,
en medio de las bayonetas enemigas: la conducta del departamento de
oruro: el desdén y odio que les han manifestado los potosinos: el triste
silencio con que le han recibido los propietarios y personas respetables de
chuquisaca; y la solemne, enérgica y patriota protesta de los diputados al
congreso constitucional que se hallaban ya en esta ciudad, han convencido
a los peruanos de que los hijos de bolivia aman su independencia y que no
caerán ni en los astutos y secretos lazos que se les preparan.
al momento de la invasión, las fuerzas militares eran suficientes a
rechazarla. la necesidad de concentrarlas, hizo que prudentemente se
evacuara el departamento de la Paz. las guarniciones todas marchaban al
punto de reunión con el grito de la venganza, y la victoria era el resultado
infalible, cuando al coronel blanco, por resentimientos innobles con el
Gobierno, puso en problema la cuestión por una defección escandalosa.
Separándose, con el regimiento de Cazadores a caballo que mandaba, de la
causa nacional y distrayendo una columna para atenderlo en la provincia
de chichas, debilitó al ejército de un cuarto de sus fuerzas. Sin embargo,
el entusiasmo que manifestaron nuestros soldados en esta ocasión suplió
al número, y los campos de oruro les ofrecieron el triunfo.
en lugar del combate se iniciaron negociaciones pacíficas en Paria
con el general peruano: éste exigió condiciones ignominiosas, que fueron
rechazadas. No quedaba otro arbitrio que librar a las armas la decisión;
y cuando la República esperaba el resultado, vio con sorpresa destacar
casi todo el ejército contra el jefe disidente situado en chichas (distante
más de cien leguas a retaguardia), y cuya fatal y sospechosa medida, si
por una parte abandonó la mayor porción del territorio al enemigo, por
otra consumaba la guerra civil. las consecuencias fueron las que debían
esperarse. los disidentes, por marchas precipitadas, se unieron al enemigo;
y el desaliento y la desmoralización se introdujeron no sólo en el ejército
nacional, que se disminuía diariamente, sino también en los pueblos que,
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