Page 526 - De mi propia mano
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y manteniendo esperanzas de realizarla, puso en ejercicio la seducción, la
                 intriga, y últimamente se ha aventurado a probar la fuerza.
                    el comportamiento noble, generoso y heroico del departamento de
                 la Paz al entrar allí las tropas agresoras, distinguiéndose siempre como el
                 adorno de la República: las firmes repulsas de los pacíficos cochabambinos,
                 en medio de las bayonetas enemigas: la conducta del departamento de
                 oruro: el desdén y odio que les han manifestado los potosinos: el triste
                 silencio con que le han recibido los propietarios y personas respetables de
                 chuquisaca; y la solemne, enérgica y patriota protesta de los diputados al
                 congreso constitucional que se hallaban ya en esta ciudad, han convencido
                 a los peruanos de que los hijos de bolivia aman su independencia y que no
                 caerán ni en los astutos y secretos lazos que se les preparan.
                    al momento de la invasión, las fuerzas militares eran suficientes a
                 rechazarla. la necesidad de concentrarlas, hizo que prudentemente se
                 evacuara el departamento de la Paz. las guarniciones todas marchaban al
                 punto de reunión con el grito de la venganza, y la victoria era el resultado
                 infalible, cuando al coronel blanco, por resentimientos innobles con el
                 Gobierno, puso en problema la cuestión por una defección escandalosa.
                 Separándose, con el regimiento de Cazadores a caballo que mandaba, de la
                 causa nacional y distrayendo una columna para atenderlo en la provincia
                 de chichas, debilitó al ejército de un cuarto de sus fuerzas. Sin embargo,
                 el entusiasmo que manifestaron nuestros soldados en esta ocasión suplió
                 al número, y los campos de oruro les ofrecieron el triunfo.
                    en lugar del combate se iniciaron negociaciones pacíficas en Paria
                 con el general peruano: éste exigió condiciones ignominiosas, que fueron
                 rechazadas. No quedaba otro arbitrio que librar a las armas la decisión;
                 y cuando la República esperaba el resultado, vio con sorpresa destacar
                 casi todo el ejército contra el jefe disidente situado en chichas (distante
                 más de cien leguas a retaguardia), y cuya fatal y sospechosa medida, si
                 por una parte abandonó la mayor porción del territorio al enemigo, por
                 otra consumaba la guerra civil. las consecuencias fueron las que debían
                 esperarse. los disidentes, por marchas precipitadas, se unieron al enemigo;
                 y el desaliento y la desmoralización se introdujeron no sólo en el ejército
                 nacional, que se disminuía diariamente, sino también en los pueblos que,


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