Page 528 - De mi propia mano
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de presidente del consejo de Ministros y antes de continuar debo satis-
                 facerla:
                    el artículo 82 de la constitución concede la presidencia del consejo
                 al más antiguo, pero como no era éste nacido en bolivia, elegí al general
                 urdininea, ministro de la Guerra, que sobre serlo, es también el general
                 más graduado de los que están dentro de la República: que con algún
                 crédito militar, era el llamado en las circunstancias: que no tenía contra
                 sí prevención de los propietarios y de la parte sana: que había sido acla-
                 mado de los facciosos por su jefe, y a quien el gobierno peruano (por un
                 documento que original existe en mi poder y que comprueba su moral y
                 su política) había invitado a insurreccionarse contra la administración.
                 creí, pues, conciliar los partidos y las mismas pretensiones extrañas con
                 esa elección. Si no he acertado, mi intención fue todo el bien público.
                 el consejo de Ministros delegó en el presidente sus facultades, creando
                 así un poder inconstitucional; y por sanos y disculpables que hayan sido
                 los deseos del consejo en su apurada situación, los actos de este poder
                 inconstitucional son ilegales: toca al cuerpo legislativo ratificar esta decla-
                 ración, porque nada sería más peligroso a las libertades públicas que el dar
                 legitimidad a los actos de un poder inconstitucional, que por lo mismo es
                 una usurpación y una trasgresión de las leyes.
                    el general peruano, que por primera vez ve sus armas obtener ventajas,
                 ha apurado el uso de la fuerza: se ha atropellado a cometer violencias. Por
                 el tratado de 6 de julio ha impuesto a bolivia condiciones más fuertes y
                 ofensivas que un conquistador. Se empieza por exigir al Gobierno separar
                 del servicio y expulsar de la República a una porción de los más fieles ser-
                 vidores, a pretexto de extranjeros, cuando el ejército peruano, lo mismo
                 que su Gobierno, está lleno de ellos, y a la vez se le obliga a premiar a los
                 militares rebeldes. el general peruano, al pasar el Desaguadero, protestó por
                 diferentes notas no injerirse en nuestros negocios domésticos, y que la orden
                 del día era respetar la independencia de bolivia; que sus objetos se limitaban
                 a evitar la anarquía y a salvar mi persona, que él creía comprometida por el
                 motín del 18 de abril; pero en estas negociaciones el abuso de la fuerza lo ha
                 precipitado hasta exigir reformas de nuestras instituciones: hasta impedir
                 la reunión del congreso constitucional: hasta coartar al ejecutivo en sus


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