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256 | Agroecologías insurgentes en Venezuela
(Herrera et al., 2017). Esa direccionalidad de las políticas agrícolas de
modernización resultó en una creciente monopolización agroeconómica y
en una tendencia a la uniformidad de los agroecosistemas.
Tal modelo de producción imperialista abrió las puertas, en nuestro
país, a una práctica de explotación agropecuaria, con miras únicamente a
maximizar lucros inmediatos para unas pocas familias de la burguesía rural,
utilizando nuestros recursos naturales como meros sustratos de riqueza,
sin ninguna preocupación en su sustentabilidad a largo plazo. Desde el
punto de vista político, económico, científico y tecnológico, este modelo
sumergió a Venezuela en una profunda dependencia internacional y nuestra
agricultura a una subordinación a entes financieros y agroindustriales. Por
eso, en la actualidad, estos son protagonistas fundamentales en la guerra
económica emprendida contra el pueblo y la Revolución Bolivariana:
acaparan, especulan y participan en el contrabando de extracción hacia la
frontera con Colombia, haciéndole ver al pueblo que la Revolución fracasó.
Frente a las consecuencias de dicho enfoque, tanto los beneficiarios
como los norteamericanos ven con preocupación cómo adecuarse
a las nuevas tendencias, diciendo que los problemas ambientales
son simplemente una cuestión técnica y, como salida, apuntan hacia
tecnologías supuestamente “limpias”; tales como la biotecnología, que
pretenden sustentar jurídicamente con leyes de propiedad intelectual o
propiedad industrial, elaboradas en sus países o en los países del Norte
global para patentar la propia vida (manipular y transportar genes de un
ser vivo a otro, patentando estos supuestos descubrimientos, para luego
comercializarlos con exclusividad). La Asamblea Nacional Constituyente,
convocada en 1999, como inicio del proceso revolucionario bolivariano se
opuso a estas acciones, al igual que al control por corporaciones extranjeras
de nuestros recursos naturales. Esas “tecnologías limpias” tienen en la
mira nuestra biodiversidad, agravando aún más las relaciones de dominio,
porque permanecerán en su control económico y político de los grupos
monopolistas nacionales y transnacionales. En el proceso revolucionario
bolivariano, se debe tener comprensión sobre esta problemática, y coraje
para crear las condiciones necesarias para una ruptura con el modelo
dominante de nuestra agricultura; así como estar a favor de unas nuevas
relaciones de trabajo, tecnologías, reformas institucionales y valores
que favorezcan directamente a las mayorías. Tales son los casos de la
familias campesinas, indígenas, afrodescendientes y pequeños agricultores