Page 261 - Agroecologías insurgentes en Venezuela Territorios, luchas y pedagogías en revolución
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Agroecologia y el nuevo Estado ecosocialista | 261



          Ante un tema tan sensible como la preservación de nuestro ecosistema,
          sería irresponsable que este sea convertido en un simple eslogan. Basta
          pasar  por  el páramo  andino, para  ver las nefastas  consecuencias  en
          que ha derivado el uso excesivo e irracional  de químicos —impulsado
          mayormente  en nuestra corta historia  en el uso de los “paquetes
          tecnológicos” de la difunta Agroisleña y que, en la actualidad, lo reproduce
          la empresa estatal Agropatria— y para comprender la real necesidad de
          implementar la agroecología. Los sistemas agrícolas son un conjunto de
          interacciones biológicas, en los cuales, al establecer cultivos extensivos
          —mayormente  monocultivos—  se  produce  un desequilibrio ecológico,
          que origina desbalances en la interacción existente entre hongos, bacterias
          e insectos, lo cual empeora con el uso indiscriminado de químicos y la
          labranza.  Para  revertir el  proceso de  degradación  de  nuestros  suelos  y
          lograr un reimpulso agrícola exitoso y sostenible en el tiempo, se observa
          la necesidad de trabajar, de manera planificada, en la rotación de cultivos,
          el manejo integral de cultivos, el uso restringido y controlado de químicos
          y la mínima labranza.
             En  cuanto a la producción pecuaria, no  será posible una masiva
          producción, sin tomar en cuenta el dominio de la producción del alimento
          animal.  Ante  esta  realidad, es  necesario  crear sistemas  colectivos de
          producción especializada,  en  silos,  ensilajes,  salinización, suplementos
          alimenticios y henolaje, así como en alimento concentrado para porcinos,
          aves, ovinos, caprinos y peces, como alternativa comunal a la industria
          capitalista  de alimento concentrado, que, hoy, estando en manos  de la
          burguesía más recalcitrante, es empleada para acabar cualquier iniciativa
          que  afecte  sus  intereses.  Nada de  lo antes  dicho será posible,  sin un
          verdadero sector  agropecuario que  produzca los insumos  vitales,  tales
          como semillas híbridas y variedades, fertilizantes químicos y orgánicos,
          bioinsumos,  medicamentos  animales,  hormonas para  sincronización  de
          celo, etcétera. Para ello, contamos con un ejército de médicos veterinarios,
          agrónomos,  genetistas  e  ingenieros  químicos  preparados  para  tal  fin,
          todo un potencial que está siendo subutilizado y que, ante un llamado del
          Gobierno revolucionario, saldrán a dar la cara para trabajar en función de
          nuestra soberanía alimentaria. No necesitamos razas de ganado importado,
          sino mejorar el  propio  que  está  adaptado a nuestras  condiciones;  no
          necesitamos semillas híbridas de maíz o arroz de empresas trasnacionales,
          sino forjar las  condiciones  para  que  el  campo genere  rendimientos
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