Page 99 - Marx Populi
P. 99
puli
guel M
x po
Miguel Mazzeo - Marx populi
M
ar
Mi
azzeo -
Por esa índole de “caldo de cultivo”, el marxismo resulta imprescindible
para fundar una praxis descolonizadora, anti-patriarcal, ecológica, etc. En esas
páginas se pueden hallar los núcleos más valiosos de un pensamiento crítico y
emancipador junto con los focos de una racionalidad autocrítica muy conve-
niente para los contactos creadores, para los intercambios edif cantes y, sobre
todo, para las reconciliaciones entre la razón y la fraternidad, entre la teoría y la
ética. Nos referimos un tipo de racionalidad más comprensiva y compasiva (más
“cálida”) que la racionalidad que es puramente científ ca y crítica. Creemos que
estos focos de racionalidad autocrítica del marxismo se pueden relacionar con
los elementos del mesianismo judeo-cristiano identif cados por Benjamín, con
el decir profético presente en Marx y también con la def nición del marxismo
como un “pensamiento posmarrano” propuesta por Edgar Morin. ¿Inf uencia
de los antepasados rabínicos tanto por la vía paterna como por la materna? Tal
vez… George Steiner decía que el marxismo era “un judaísmo que ha perdido
la paciencia”.
Muchas veces estas páginas fueron desconsideradas por el marxismo tradi-
cional o, simplemente, fueron desconocidas y hasta escondidas, pero de todos
modos hicieron su trabajo de zapa e inspiraron diversas interpretaciones
críticas y creativas a lo largo de los años. Como estamos haciendo alusión a
una contradicción que es constitutiva del marxismo, la perspectiva subjetiva
y política, relacional y situacional, es decir: histórica (así, con minúsculas),
crítica y –a veces– autocrítica, no podía dejar de irrumpir. Y, junto con ella, la
recuperación de:
• Elementos de no-identidad y autodeterminación.
• Los fundamentos de una modernidad alternativa.
• Una dialéctica negativa (en términos de Adorno), o más en general, un
énfasis en la negatividad radical y en el historicismo.
• Una revalorización de las posibilidades cognoscitivas del concepto de feti-
chismo (la necesidad de dar cuenta de por qué las personas se comportan como
cosas y las cosas como personas).
• Una dimensión de la totalidad como concepto crítico.
• Un conjunto de factores prácticos y esquemas sutiles no formalizados que
funcionen como guías más que como reglas.
• Una idea que plantea la inexistencia de un locus exterior a la relación
capital-trabajo y a la lucha de clases (¡exterior y, precisamente por eso, supues-
tamente “idóneo” para impulsar las transformaciones radicales!).
• Una ética que es constitutiva de la teoría y que, siguiendo a Eagleton,
podríamos caracterizar como una “estética” dado que remite a una praxis que
posee sus propias razones, sin justif caciones utilitaristas.
98
98