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Marxismo para náufragos


           conformismo, el empirismo? El marxismo, para devenir insumo revolucio-
           nario, debe crecer preferentemente en otros ambientes.
              A riesgo de parecer oscurantistas, sostenemos que el problema no es el
           déf cit de “f lósofos del lenguaje” marxistas, ni de “expertos” en la obra de
           algún autor o autora marxista. Un gran desafío es trasponer el límite que esta-
           blece la escisión entre teoría y práctica, pensamiento y ser, conciencia y vida.
           Otro desafío no menos importante consiste en superar la crítica abstracta.
           Finalmente,  otro  reto  signif cativo:  repensar  el  poder  desde  la  resistencia.
           Hacer que la resistencia también sea construcción de algo nuevo y no la sola
           preservación de la posición adquirida.
              Se presenta una paradoja que supo reconocer David Harvey en su Guía de
           “El Capital” de Marx: el auge del neoliberalismo, con su tendencia al totali-
           tarismo de mercado, impone unas condiciones que, por un lado, son absolu-
           tamente desfavorables para el desarrollo del pensamiento marxista, pero que
           al mismo tiempo produce otras que pueden parangonarse con aquellas que
           fueron predominantes a mediados del siglo xix. Es decir, el capitalismo en
           su fase actual reactualiza algunos de sus modos originarios. Modos agresivos,
           avasallantes, sádicos, caníbales, disolventes.
              Por  supuesto,  ni  la  avidez  ni  la  tenacidad  alcanzan  para  corroborar
           nuestra condición de buenas y buenos estudiantes. Por otra parte, la cualidad
           de  buen  estudiante,  en  el  caso  del  marxismo,  no  signif ca  gran  cosa.  No
           es garantía de f delidad ni de consecuencia; menos aún, de ef cacia crítico-
           práctica. Las “competencias” en materia de marxismo no sólo se miden por
           destrezas  teóricas,  por  acumulación  de  información  o  por  los  bagajes  de
           erudición atesorados.
              Por complexión militante, hemos intentado utilizar al marxismo con el
           propósito de conocimiento/transformación de los órdenes señalados, más,
           mucho  más  de  lo  que  hemos  ref exionado  sobre  él.  Nos  referimos  a  las
           ref exiones explícitas que remiten directa y estrictamente a un plano epis-
           temológico, a los “problemas del método” y a nuestras peculiares formas de
           poner a mediar las pref guraciones teóricas que sostenemos. Sabemos que
           una cosa no quita la otra y que lo ideal es no separar los procesos de utili-
           zación de las categorías de los procesos de ref exión sobre ellas (y sobre el
           recorrido del pensamiento del propio Marx). Pero aquí estamos sincerando
           nuestro itinerario, nuestro modo de ser marxistas, al tiempo que, con este
           ensayo espontáneo, tratamos de dar un pequeño paso con el f n de enmen-
           darlo en sus costados más erráticos.
              El  verbo  “utilizar”  suena  casi  desagradable,  pero  por  diversos  motivos
           que podrán deducirse de las páginas que siguen lo sostenemos a rajatabla
           y lo reivindicamos en su conexión específ ca con el marxismo. Utilizar el
           marxismo es una forma de recrear una conceptualización extraordinaria y de

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