Page 38 - Marx Populi
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Marxismo para náufragos
Gerald A. Cohen, Hall Drapper, Gerard Duménil, Terry Eagleton, Silvia
Federici, Stuart Hall, David Harvey, Christopher Hill, John Holloway, Michel
Husson, Federic Jameson, Isaac Joshua, Karel Kosic, Eustache Kouvélakis,
Georges Labica, Michael Lebowitz, Jaques Levy, Domenico Losurdo, Francisco
Louça, Peter McLaren, Ellen Meiksins Word, Toni Negri, Leo Panitch,
Moishe Postone, Giuseppe Prestipino, Yvon Quiniou, Georges Rudé, Manuel
Sacristán, Pierre Salama, Geofrey de Ste Croix, Jaques Texier, Mario Tronti,
Göran T erborn, André Tosel, Philippe Van Parijs, Immanuel Wallerstein,
Allen Wood, Raymond Williams, Erik Olin Wrigth, Slavoj Žižek, entre otros
y otras. La lista, en verdad, podría ser mucho más extensa, pero no queremos
incurrir en la superabundancia de nombres.
Pero lo cierto es que, a pesar de los distintos matices, su obra no guarda el
mismo vínculo con la política que en los casos anteriores. Esto no quita que la
misma haya sido y pueda ser objeto de decodif cación o mejor, de traducción,
para otros y otras intelectuales que piensen el marxismo en clave política y
a partir de vínculos orgánicos con organizaciones populares y movimientos
sociales o políticos, y sobre todo para militantes populares que, inmersos e
inmersas en la lucha práctica, buscan insumos para enriquecer su lenguaje y su
comprensión de la realidad con el f n de transformarla.
Por ejemplo, el aporte de Mészáros nos parece imprescindible para pensar
el socialismo del siglo xxi o, por si la fórmula no satisface, para pensar el socia-
lismo de aquí en adelante. Entre otras cosas porque parte del análisis de la crisis
estructural del capitalismo, del reconocimiento de las limitaciones del instru-
mento partido-Estado, etcétera. Uno de los méritos de la obra de Mészáros
radica en que está en condiciones de establecer un vínculo estrecho (y hasta
orgánico) con las luchas y las experiencias de las organizaciones populares y
los movimientos sociales del mundo periférico. En las últimas décadas fueron
excepcionales los y las marxistas cuyas obras propusieron diálogos estratégicos
con fuerzas sociales concretas y con proyectos políticos emancipatorios. No
fue casual que los reconocimientos hayan provenido desde mundo periférico,
especialmente de la Venezuela Bolivariana.
Sabemos que quienes administran el paradigma administran el poder. En
cualquier esfera de la actividad humana. El culto por los formatos que simpli-
f can todo hasta la deformación y la piltrafa es parte de una estrategia de domi-
nación. Esos formatos han sido siempre una de las causas principales de la
burocratización. Lo mismo se puede af rmar respecto de la apología de “la
gestión”, de “lo práctico”, de “lo resumido” y de otros harapos, contrapuestos
al pensamiento complejo. Muchas veces, consciente o inconscientemente, la
reivindicación de “lo sencillo”, “lo accesible” y lo “fragmentario”, reproduce
una maniobra elitista que no hace más que vedarle a las clases subalternas y
oprimidas el acceso a las armas de la crítica y alejarla de los ejercicios críticos-
revolucionarios; es decir, dialécticos. Muchas veces “lo simple” sólo está en
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