Page 40 - Marx Populi
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Marxismo para náufragos


           y hería nuestros tímpanos con los falsetes de un pop demasiado menesteroso.
           “Las ideas dominantes son, en cada época, las ideas dominantes”, disparaban
           Marx y Engels desde las páginas de La ideología alemana hacia 1845-1846. Y
           daban justo en el blanco.
              Se trata de una ofensiva que está en curso y que excede al marxismo, en tanto
           busca obturar y/o contrarrestar el desarrollo de cualquier tipo de subjetividad
           revolucionaria y emancipadora, cualquier propósito de osar. Esa circunstancia
           emparentada con la derrota y el naufragio también forma parte de nuestro
           linaje y nos parece bueno reconocerlo. Nuestro marxismo tiene el estigma de
           un repliegue y de una elección a contramano. Fundamos una estadía cuando
           la mayoría ensayaba el adiós. Nuestro marxismo ha sido fraguado en una resis-
           tencia a la apatía y al fatalismo.
              Hablamos de una derrota y un naufragio sin atenuantes y en toda la línea,
           porque no los consideramos incidentes menores y accidentales en el marco
           de  una  marcha  general  a  un  sistema  poscapitalista.  Han  sido  incidentes
           devastadores, pero no irreversibles. Como se verá a lo largo de este trabajo,
           no conf amos en los buenos of cios de ninguna “necesidad histórica”. Por eso
           mismo también consideramos que lo que es puede ser de otra manera. Que
           es posible y necesario “tomar el cielo por asalto”. Que la savia entumecida
           del marxismo puede volver a circular vertiginosamente y hacer que estalle un
           nuevo verdor. ¿Qué alimenta nuestras expectativas de salirnos de la situación
           de derrota y naufragio? Varios acontecimientos o “tablas de salvación” que nos
           permiten divisar una orilla otra: desde el alzamiento zapatista a la Revolución
           Bolivariana (en curso y con desenlace incierto), pasando por ciertas empeci-
           nadas persistencias de la Revolución Cubana y un sinfín de experiencias menos
           notorias y fragmentarias que echan luz sobre la realidad de la lucha de clases.
           Pero… ¿Y el marxismo?
              Hace 50 años, el marxismo ejercía una inf uencia enérgica sobre la huma-
           nidad. Hace 50 años, el fantasma que había recorrido Europa en 1848 recorría
           el mundo entero. Hace 50 años, el marxismo poseía una presencia destacada
           en diversas instituciones, inspiraba a intelectuales, poetas, movimientos polí-
           ticos y sociales. El marxismo, componente explícito o difuso de subjetividades
           colectivas vitales, era un factor destacado de una fuerza social real. El marxismo
           se f ltraba por todas partes, horadando el monolitismo del poder; un poder tan
           asustado y torpe que pretendió limitar sus efectos decretando la ilegalidad de la
           literatura marxista o inspirada en el marxismo.
              Si hasta la Encíclica Populorum Progressio del Papa Paulo VI condenaba
           la propiedad privada. Hace 50 años eran masivas la protesta y la rebelión
           contra el proceso de subordinación y deshumanización. Una buena parte de
           los hombres y de las mujeres que habitaban el planeta estaban en condiciones
           de decir, con Marx, “nada de lo que es humano me es ajeno”. Entonces, en


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