Page 37 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi


              Por otra parte, es demasiado evidente que el marxismo se ha desarrollado
           y enriquecido gracias a los aportes de una especie de teóricos y teóricas mili-
           tantes, y no tanto a partir de los esfuerzos de los marxólogos más sistemáticos
           y sesudos, pero muchas veces desvinculados de las luchas sociales y políticas.
           Valgan como ejemplos los casos de Amílcar Cabral, Friedrich Engels, Antonio
           Gramsci,  Ernesto  Che  Guevara,  Karl  Korsh,  Antonio  Labriola, V.I.  Lenin,
           Georg  Lukács,  Rosa  Luxemburgo,  José  Carlos  Mariátegui,  Franz  Mehring,
           León Trotsky, Mao Tse-tung, entre otros y otras que supieron teorizar a partir
           de las acciones de la clase trabajadora y las clases populares en general, que
           contribuyeron a clarif car y sistematizar lo que fermentaba en las cabezas y
           corazones de sus compañeros y compañeras.
              De contornos muy similares son las f guras excepcionales de intelectuales
           militantes como Isaac Deutscher, Lelio Basso y Ernest Mandel o, más cerca
           nuestro en el tiempo, de Daniel Bensaïd.
              Para obrar con rigurosa justicia, habría que agregar a esta lista un sinnú-
           mero  de  “autoras  y  autores  anónimos”:  militantes  y  activistas  populares,
           formidables “teóricos y teóricas de base” que con su praxis y su ref exión
           han realizado aportes fundamentales al marxismo, transmutando la teoría
           abstracta  en  teoría  concreta  o  generando  teoría  concreta  inspiradora  de
           teoría abstracta. Con una innata predisposición dialéctica (igual que los f ló-
           sofos griegos), habitúes de ambientes donde circulaba el lenguaje marxista,
           lograron apropiarse de él y contribuyeron a su proliferación. No hablaron
           desde ninguna torre de marf l, sino desde la materia popular. Sus vocabu-
           larios están hechos de asfalto y tierra, de tango y rock, cuarteto y cumbia.
           Los teóricos y las teóricas de base no tuvieron que desaprender ningún privi-
           legio para entender el universo plebeyo. Para ellos y para ellas, domo dicen
           los zapatistas, “teorizar es vivir”. Nuestra deuda para con los y las marxistas
           “espontáneos” o marxistas por “metamorfosis” es inf nita. Lo que explica la
           calidad de todos estos aportes puede resumirse en una sola matriz compar-
           tida: la no escisión entre teoría y práctica.
              Esta  af rmación  no  va  en  desmedro  del  aporte  de  autores  usualmente
           asociados al “marxismo occidental” como Louis Althusser, Perry Anderson,
           T eodor  Adorno,  Walter  Benjamín,  Ernst  Bloch,  Lucio  Colleti,  Galvano
           Della  Volpe,  Maurice  Dobb,  Maurice  Godelier,  Lucien  Goldmann,  Eric
           Hobsbawmn,  Max  Horkheimer,  Henri  Lefebvre,  Herbert  Marcuse,  Paul
           Mattick,  Itsván  Mészáros,  Nicos  Poulantzas,  Jean  Paul  Sartre,  Paul  Sweezy,
           Eduard T ompson, entre otros y otras.
              Lo  que  sostenemos  tampoco  pretende  menoscabar  aportes  –disímiles
           y desparejos, pero aportes al f n– como los de Elmar Altvater, Samir Amin,
           Giovanni  Arrighi,  John  Bellamy  Foster,  Christine  Buci-Glucksman,  Étiene
           Balibar, Jacques Bidet, Robert Brenner, François Chesnais, Alex Callinicos,


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