Page 118 - Marx Populi
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10- El marxismo del Che
El Che dijo alguna vez que comenzó a aprender todo de nuevo después
del primer combate. Muchos años más tarde, el Subcomandante Marcos
sostuvo algo bastante parecido. En efecto, para quienes consideramos nece-
sario cambiar el mundo y la vida, la historia nos obliga constantemente a
aprender todo de nuevo. En ese, como en otros aspectos, la historia suele ser
menos conformista que la teoría.
El Che daba en la tecla cuando consideraba que su experiencia revolu-
cionaria en Cuba había sido el acontecimiento clave para enraizar y depurar
su marxismo. Nótese que, en las antípodas de los manuales soviéticos y de
los otros, el Che le asignaba carácter “depurador” a la experiencia histórica.
No reclamaba ningún efecto depurador con relación a la teoría. El Che no
consideraba que la función de la práctica se reducía a comprobar la justeza
de una teoría que, por otra parte, era presentada como la “única ideología
científ ca de la clase obrera”.
Una teoría emancipadora debe modif carse al compás de los procesos de
insubordinación de los y las de abajo, al ritmo de la emergencia de las subje-
tividades que desafían el orden establecido, que generan identidades plebeyas
y saberes orientados a la transformación radical. Una teoría emancipadora se
termina convirtiendo en una teoría opresiva cuando opera bajo el principio de
la “purif cación religiosa”. Bien lo sabía el Che.
El “activismo” del Che no negaba el grado de autonomía de la teoría eman-
cipadora, pero consideraba que esa autonomía era siempre relativa y que la
mejor condición para conocer esa teoría, para descubrir y explotar sus costados
inexplorados, era la que suministraba el compromiso revolucionario, la
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