Page 114 - Marx Populi
P. 114

Sobre los modos de implantación del marxismo


           cuando desarrolla la capacidad de descubrir dimensiones nuevas de la realidad y
           cuando se abre a la eventualidad de que diversas realidades, sobre todo las eman-
           cipatorias, descubran (y desarrollen) nuevas dimensiones del marxismo. Creemos
           que los y las zapatistas de México, los militantes del PKK del kurdistán (en espe-
           cial las mujeres), algunos colectivos que impulsan la Revolución Bolivariana de
           Venezuela son un buen ejemplo de lo que sostenemos.
              Al hablar de modos de “implantación” del marxismo salta a la vista que
           estamos haciendo referencia a la idea hegeliana que propone al logos encarnán-
           dose en la historia. Pero esta idea posee algún asidero sólo cuando la encar-
           nación acontece primero en los cuerpos concretos y en las palabras que crean
           signif caciones. Esa mediación es imprescindible, porque es la que produce
           ligazón, actividad y determinación. De lo contrario, el logos y la historia pueden
           marchar por caminos separados por los siglos de los siglos. Las formulaciones
           quedan aisladas de la práctica y sin referentes que las desarrollen, y el marxismo
           termina erigiéndose en un sistema cerrado.
              Los modos de implantación del marxismo son fundamentales. La implan-
           tación es interpenetración, reconocimiento intersubjetivo, ruptura radical con
           las visiones fóbicas y paranoides. La implantación sería como una inscripción
           en los cuerpos de un performativo que construye identidad y sentido de perte-
           nencia. Remite a los enunciados que instauran realidades nuevas. La implan-
           tación remite a la creación de un espacio de circulación libidinal, un espacio
           amoroso, un espacio de certezas, seguridades y conf anza. Un espacio “senti-
           pensante” en los términos propuestos por el colombiano Fals Borda. También
           se puede hablar de un proceso de introyección del marxismo. Si se parte de un
           enfoque no teológico de la teoría, no importa tanto si termina “incorporado”
           o no, puede darse lo que en el psicoanálisis se denomina una introyección no
           incorporativa.
              La implantación requiere del desarrollo de afectividades que hagan posible
           las interacciones. No caben las operaciones gnoseológicas que buscan apode-
           rarse de realidades puras, incontaminadas y estáticas. No caben las miradas
           que condenan a las personas y a las cosas a la inmutabilidad. No caben las
           asimetrías a favor del logos y el enigma. El concepto marxista de praxis excede
           con creces la mera intencionalidad. Si la teoría y el método, indefectiblemente,
           van a inf igir algún tipo de desestructuración (o de violencia liberadora) sobre
           personas y cosas, si van a “infectar el ser”, tienen que estar dispuestos a ser
           desestructurados (y hasta violentados y liberados) por esas personas y esas cosas
           que de ninguna manera son opacas o inconsistentes por principio. Asimismo,
           la implantación remite a la interioridad de los conceptos; que es como decir: a
           los conceptos asumiendo riesgos y no guardándose para otra ocasión en algún
           lugar externo y seguro. Por esto, entre otras cosas, no debería haber espacio en
           el marxismo para los intelectuales narcisistas.


                                          113
                                          113
   109   110   111   112   113   114   115   116   117   118   119