Page 56 - Carabobo Bajo Palabra
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56 earle Herrera
Revolución. Aún repetían los ecos de la inmortal llanura el
estruendo y los vítores de la cruenta jornada del 28 de mayo de
1814, con los nombres gloriosos de Bolívar y Ribas y Mariño,
de Urdaneta y de los dos Montilla, de Bermúdez, Soublette y
los Monagas, de Valdés, Palacios, Freites y Carvajal, el famoso
Tigre Encaramado. Aquel fulgente campo, poblado de recuer-
dos heroicos, era nuestro aliado, nuestro cómplice; era rebelde
a España .
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Así lo escribe el novelista. Pero también hay un factor sicológico que
influye en las tropas sobre aquellos sitios donde se alcanzó una victoria
o se sufrió una derrota. Sentir que el campo de batalla es nuestro aliado,
nuestro cómplice, anima los espíritus, los exalta, les insufla seguridad.
Eso ocurre hasta en los encuentros deportivos. Jugar en casa es siempre
una ventaja. En el fútbol, se dice que el público es el jugador número
doce. El historiador lo sabe, pero es el novelista quien tiene licencia para
expresarlo a sus anchas:
¿Por qué desconocer la parcialidad de ciertos sitios por ciertos
hombres y por las causas que sostienen, cuando tantos y repeti-
dos ejemplos la comprueban?
Así como La Puerta nos fue constantemente adverso durante la
gigantesca lucha, Carabobo, por el contrario, siempre nos fue
propicio.
Cuantas veces la fatalidad llevó a nuestros guerreros a librar en
el sitio de La Puerta una batalla, la fortuna les negó sus favores,
y aquella tierra hostil a los independientes, absorbió nuestra
sangre hasta saciar su sed (…). Carabobo, propicio siempre a
nuestra causa, parecía tener secreto pacto con el Libertador. ¡Y
era en aquella arena donde nuestros contrarios presumían hu-
[36]_ Ibid.