Page 45 - Carabobo Bajo Palabra
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carabobo bajo Palabra 45
Fábulas y cuentos de camino
La historiografía registra la batalla, el choque militar, con sus antecedentes
y contextualización. Empero, múltiples visiones, desde distintos ángulos
y puntos de mira, ofrecen su relato. La canción o el poema particularizan
el acontecimiento histórico en un héroe, una anécdota o un hecho indivi-
dual. El arrojo y la muerte de un Cedeño, un Plaza, un Camejo. Nacen las
leyendas y echan a andar, como el viento. Afloran las creencias y los cultos.
La superstición alimenta sus fantasmas. Las almas no se van del campo de
Carabobo. Las ánimas van y vienen. Una mujer llora por las noches en
aquella sabana llena de tanta historia, de tanto heroísmo, de tanta muerte.
Quienes aseguran haber visto a la llorona por aquellos parajes, lo juran por
todas las cruces que les pidan. Un hombre alto, de elegante sombrero, va y
viene y desaparece cuando alguien intenta acercársele. Carabobo, también,
es cuento de camino. La realidad es multidimensional.
Negro Primero hace milagros. En compensación le prenden velas, lo
alumbran. En esos altares donde invocan los espíritus, se le encuentra al lado
del Negro Miguel y de María Lionza, la reina de la montaña de Sorte que ins-
pirara a Rubén Blades y se hiciera ritmo y salsa. Con su uniforme de teniente
de caballería comparte altares con Simón Bolívar y el doctor José Gregorio
Hernández. Pero ninguna creencia logra sacarlo de la historia. Ninguna le-
yenda borra su corajuda y sublime despedida. Carabobo es Simón Bolívar,
tocando «la atalaya del universo»; es Páez elevado al rango de general en jefe
en el campo de batalla; es Cedeño, «bravo entre los bravos», inmutable ante
la muerte; es el intrépido Ambrosio Plaza y es Negro Primero y, con él, todas
las mujeres y todos los hombres anónimos caídos en combate sin adiós y sin
ascenso. Y es, también, la fábula que pregonan los arrieros, que cuentan los
agricultores por los caminos, que pasa de boca en boca en la tradición oral.
Son los llaneros que en la canta de Alberto Arvelo Torrealba exclaman: «¡Por
aquí pasó, compadre, hacia aquellos montes lejos!». Son los campesinos que