Page 42 - Carabobo Bajo Palabra
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42 earle Herrera



             en la Casa de los Celli, velaron al general Ambrosio Plaza, caído en
             Carabobo…».
                Luego, antes de situarse en el Campo de Carabobo y narrar desde
             allí, el animador nos invita a San Carlos, estado Cojedes, para visitar
             la casa llamada «La Blanquera», donde el Libertador con su estado

             mayor planificó la histórica batalla, el 18 de junio de 1821. Allí mis-
             mo, el 26 de junio, se daría la gran fiesta de los patriotas para celebrar
             la victoria emancipadora. La historia oficial no se detiene en estos
             detalles. El documental televisivo sí los destaca para evidenciar que
             Carabobo, además de plomo y gritos y lanzas y sangre, fue un acon-
             tecimiento profundamente humano. La historia narra y contextualiza
             los hechos. La pintura los plasma, como la obra de Martín Tovar y

             Tovar que hace de firmamento en el Salón Elíptico del Palacio Federal
             Legislativo, en Caracas.
                Un nuevo medio para entonces (años 70), los revive, los escenifica,
             los recrea. Es Carabobo una y múltiple, desde todos los ángulos, desde
             todos los medios, desde el pasquín y el verso ingenuo y sencillo de los
             días de la independencia, hasta las más sofisticadas formas de expresión

             que permiten las modernas plataformas tecnológicas.
                De la televisión, Carabobo pasa al disco. Ya está en la canción des-
             de los días de la independencia. Si el gran animador Renny Ottolina
             convocó a su lado al poeta popular y llanero Ernesto Luis Rodríguez,

             también tres voces se unieron para cantarles a dos héroes de la batalla: el
             general José Antonio Páez y el teniente Pedro Camejo. En letra y canto
             convergieron el poeta y humorista Manuel Graterol Santander (Gra-
             terolacho), el compositor y cantor Simón Díaz y el cantante oriental
             Gualberto Ibarreto. Los tres se fueron a Carabobo y de allá nos trajeron
             la canción titulada «El Catire y el Negro», un merengue citadino en la
             autorizada opinión de Rafael Salazar. Leámoslo:
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