Page 170 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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168 José Marcial raMos Guédez
La Ley de 21 de julio del año 11 arrebató de las manos de los
propietarios el dominio que tenían en los partos de sus esclavas,
haciéndolos arbitrariamente libres, y lejos de reintegrar sus valo-
res, les grava con la obligación de alimentar, cuidar y asistir a los
nacidos por espacio de 18 años, en que no se hacen sino gastos
considerables. Un hombre no comienza a servir con alguna uti-
lidad hasta los catorce años, y de allí en adelante no han trans-
currido sino cuatro que por más que se quiera apurar el cálculo
de su trabajo no pueden compensar 14 años de desembolsos.
Despojó pues la ley a los dueños de esclavos de su propiedad sin
reintegro. Propiedad reconocida por el derecho civil y de gentes,
propiedad que sostienen todas las naciones del mundo culto, y
que se hallaba establecida en los pueblos más filantrópicos de la
tierra (Ascanio y otros, 1981, 49-50).
Apreciamos, que los ciudadanos que firmaron el documento citado,
representaban los intereses de los terratenientes y comerciantes escla-
vistas, quienes defendían plenamente el derecho de propiedad, que
según las normas jurídicas de la época, tenían sobre los africanos y sus
descendientes sometidos a la esclavitud. Por lo tanto, muchos de ellos,
no pagaban los impuestos necesarios para el sustento de los fondos
para la manumisión y libertad de los esclavizados; y además, se aliaron
con los políticos conservadores y algunos liberales, para prolongar el
régimen esclavista, hasta 1854, cuando el general José Gregorio Mo-
nagas, promulgó la Ley de abolición de la esclavitud en Venezuela.
También, es contundente, la observación que al respecto señaló, John
V. Lombardi:
… esa ley resultó ser completamente insatisfactoria desde
todo punto de vista. Las quejas de los dueños de esclavos eran
muchas; algunas acerca de los impuestos, otras en nombre del
sagrado derecho de la propiedad, y otras tenían que ver con los
peligros sociales inherentes a la manumisión […] Pocos esclavos