Page 98 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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de un difuso proyecto continental, que con los años (centralmente
a partir del impulso de Hugo Chávez) se expresará en espacios de
articulación como el ALBA, UNASUR o la CELAC, y de coordina-
ción de organizaciones populares como la Articulación Continental
ALBA Movimientos.
Estos gobiernos alternativos, en su diversidad, constituyeron la
expresión de mayor contundencia de ese largo ciclo, el instrumen-
to que mejor logró perfilar proyectos de nueva nación e incidir en
la realidad de manera más profunda. Sin embargo, la potente resis-
tencia de los movimientos sociales al neoliberalismo (previa y en
experiencias aún por fuera de los países donde sí se dieron estos
gobiernos) fue lo que transformó las condiciones políticas, permi-
tiendo nuevas configuraciones de fuerza sobre las cuales se apoya-
ron estas nuevas expresiones gubernamentales.
Esto no quiere decir que en todos los casos haya una relación di-
recta de causa-efecto entre las luchas y la llegada de los gobiernos
alternativos, ni tampoco que quienes hayan sido protagonistas de
las luchas hayan asumido el gobierno. Aun por fuera de las resisten-
cias que sí derivaron en gobiernos posneoliberales, otros ejercicios
y actores importantes en la movilización continental no tuvieron
ese correlato, como las movilizaciones estudiantiles, campesinas o
de pueblos indígenas principalmente en México, Colombia o Chile.
Los movimientos populares y la perspectiva
“progresista” en los países sin gobiernos progresistas
En Colombia, la ciudad capital tuvo su gobierno progresista con las
gestiones del Polo Democrático Alternativo (PDA) y de Gustavo Pe-
tro, exguerrillero del M19, al frente de la alcaldía de Bogotá (al igual
que sucede ahora con la intendencia de Valparaíso en Chile, donde
a nivel local se da una experiencia alternativa de gestión mientras el
gobierno central se mantiene en manos de fuerzas conservadoras).
Esas gestiones nos han permitido ver que la relación entre mo-
vimientos sociales y gobiernos progresistas arrojan lecciones que
es necesario racionalizar. A pesar de las múltiples dificultades en
los ejercicios de gobierno y los problemas que se presentaron,
estas experiencias continentales o locales ratifican la importancia
y la necesidad –pero a la vez la insuficiencia– de ser gobierno para
los sectores populares.
Ser gobierno es fundamental para transformar, pero no es sufi-
ciente. Es fundamental porque el gobierno y la administración del
Estado permiten acceder a factores de poder que pueden poten-
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