Page 94 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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las fuerzas públicas; y la funesta maquinaria de impunidades a tra-
vés de la cual el Estado niega una y otra vez cualquier posibilidad
de acceso a una justicia real (Linsalata, 2016).
Quienes pagan el precio de semejante desprecio a cuesta de
sus cuerpos, sus almas, sus territorios y sus seres más queridos
son en gran medida los pueblos indígenas que luchan contra el
despojo; son las y los abajos de pieles morenas, muchos de ellos
mestizos, pero igualmente vulnerables y profundamente despre-
ciados por el poder racista que desde arriba se ejerce. Son quie-
nes, de múltiples maneras y en distintas geografías, luchan para
“hacer frente cada día a la guerra que no ha parado y que no ha
podido acabar con nosotros” (CNI y EZLN, 1º de enero 2017). Pero
también son los que aún no saben cómo luchar; los que gritan en
silencio; los que, sin saber, resisten.
A todos ellos, a todas ellas, y también a todos aquellos y aquellas
que desde su panza empatizan con la rabia y el dolor de ese México
despreciado, se dirige el llamado del CNI y el EZLN. Creo que lo
expresan claramente cuando dicen: “Llamamos a los pueblos origi-
narios de este país, a los colectivos de la Sexta, a los trabajadores y
trabajadoras, frentes y comités en lucha del campo y las ciudades,
a la comunidad estudiantil, intelectual, artística y científica, a la so-
ciedad civil no organizada y a todas las personas de buen corazón
a cerrar filas y pasar a la ofensiva, a desmontar el poder de arriba
y reconstituirnos ya no sólo como pueblos, sino como país, desde
abajo y a la izquierda, a sumarnos en una sola organización en la
que la dignidad sea nuestra palabra última y nuestra acción primera.
Los llamamos a organizarnos y parar esta guerra, a no tener miedo
a construirnos y sembrarnos sobre las ruinas dejadas por el capita-
lismo” (CNI y EZLN, 1º de enero 2017).
Ahora bien, si asumimos que la guerra es el contexto desde el
cual, en el cual y contra el cual se despliega esta iniciativa política y
que esta misma iniciativa se dirige a todos aquellos que padecen la
guerra, ¿por qué presentar una candidata indígena independiente a
las elecciones presidenciales de 2018, si la presidencia de la Repú-
blica no es el objetivo central de esta lucha?
A partir de lo que hemos leído en los comunicados, entendemos
que ni la silla presidencial, ni la campaña electoral, ni las urnas son
en sí el objetivo. La campaña es una gran pantalla y las boletas una
potencial fisura desde la cual podría llegar a desbordar todo el dolor
y la rabia que nunca llegarían a caber en las urnas (Subcomandante
Insurgente Galeano, 17 de noviembre de 2016); todo el memorial de
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