Page 179 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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factor decisivo de la vida política del país y lograron, en 2007, volver
              al poder. Para ello, sin embargo, sufrieron una serie de mutaciones
              que atemperaron su perfil revolucionario de 1990.

              Sandinismo remozado
              En primer lugar, el sandinismo restañó las heridas que tenía con la
              jerarquía eclesiástica, personificada principalmente en el cardenal
              Miguel Obando y Bravo –antes furibundo opositor al FSLN–, y se
              redefinió como un proyecto cristiano. Esta aproximación a la jerar-
              quía de la Iglesia redundó en la entrada en vigor de un código penal
              –aprobado por diputados sandinistas y liberales– en el que se tipi-
              fica como delito todo tipo de aborto incluyendo los que se hagan
              para salvar la vida de la madre. Pero, por otra parte, el sandinismo
              votó en 2008 la despenalización de la homosexualidad, pese a la
              oposición de la derecha. En segundo lugar, aseguró a los grupos
              dominantes que sus bienes y empresas no sufrirían expropiaciones
              sino que, todo lo contrario, contarían con un ambiente de negocios
              propicio. Tercero, estableció pactos con otras agrupaciones políti-
              cas en pos de la “gobernabilidad” del país.
                Este acomodamiento, más algunos hechos acontecidos luego de
              la derrota electoral de 1990 –especialmente la apropiación de bienes
              de la antigua burguesía somocista por parte de miembros del FSLN–,
              llevó a una crisis del sandinismo que ha repercutido no sólo dentro
              sino también fuera de Nicaragua. Daniel Ortega es visto por algunos
              sectores de la izquierda como un corrupto que busca perpetuarse en
              el poder, hacer crecer negocios familiares y perseguir a la oposición.
                Independientemente  de  estos  acontecimientos,  desde  2007  en
              Nicaragua se han impulsado una serie de medidas a tono con las
              que se dieron en otros países latinoamericanos aglutinados bajo la
              impronta del “socialismo del siglo xxi”. En este contexto, Nicaragua
              forma parte del ALBA y de Petrocaribe, lo que le ha permitido liberar
              recursos que sustentan políticas sociales. Algunas de las primeras ac-
              ciones del gobierno fueron restablecer la gratuidad de la educación
              y la salud. En educación se prohibió el cobro de matrícula, mensua-
              lidades y material escolar en las escuelas públicas. En salud se elimi-
              naron las consultas privadas en los centros públicos y se restableció
              la gratuidad de los medicamentos y las operaciones quirúrgicas.
                En el contexto de una Centroamérica asolada por la violencia de
              todo tipo, Nicaragua exhibe índices de violencia y criminalidad le-
              janos a los de Guatemala, El Salvador y Honduras. Posiblemente se
              deba al tejido social comunitario que se creó durante los diez años


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