Page 28 - Yo quiero ser como ellos
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del héroe que hoy  honramos. Baste contarles por ahora que si el
            alma del Tirano Aguirre andaba penando por ahí y provocando
            terremotos, los pobladores “se distraían  en las ‘cuerdas de gallos’
            que los aristócratas y religiosos realizaban. Una disposición de
            1799, emanada del Vicario de la Provincia de Caracas, Fray Juan
            Antonio Ravelo, ordenaba terminantemente a los superiores
            que quitaran los naipes a los frailes y que de ningún modo les
            permitieran tener gallos atados, dentro ni fuera de la clausura.
            Pero Fray Marcelo Laguna, acompañado de su socio Catalán,
            seguidos de los negros que les llevaban sus gallineros,   se presentó
            en Cumaná, procedente de Barcelona, a mediados de diciembre
            de 1805, dispuesto a responder el reto que les habían dirigido
            los  galleros  cumaneses.  Todos  esos  factores  hicieron  del  hogar
            barcelonés una célula social de alteraciones” (p.22).


                 En ese contexto, juzgar la conducta del joven José Antonio
            Anzoátegui levantaba por lo menos suspicacias. Para guiarlo por
            el camino recto primero se encomendó su formación a un padrino
            riguroso. Luego, se le convirtió en cadete hasta hacerlo oficial de las
            Fuerzas Armadas Españolas. Obvio que esta gente, sus parientes y
            padrinos, defensores de la Corona y el Rey, al darle una formación
            militar para apartarlo del mal camino, no sabían lo que estaban
            haciendo ni el camino en que lo estaban metiendo. Por distintas
            vías le llegaron al irreverente joven las ideas independentistas,
            abrazó la causa patriótica y llegó a ser, a su corta edad,  uno de los
            más brillantes generales del Ejército Libertador.


                      Reseñar en este acto la Hoja de Servicios del General de
            División José Antonio Anzoátegui, el Cuadro de sus Campañas, las
            Acciones de Guerra en las que participó, los Cargos Militares que
            desempeñó, las Condecoraciones que le fueron acordadas y los
            honores tributado  a su memoria, nos exigiría pasar en este lugar
            buena parte del día. Su vida fue fulgurante y su muerte repentina,
            inesperada, para algunas misteriosa o inexplicable, a la edad de 30
            años. Como el Libertador del poema de Alberto Arvelo Torrealba,
            fue un huracán y, como Simón Bolívar,  también iba ardiendo.




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