Page 27 - Yo quiero ser como ellos
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“El niño, que era insoportable y voluntarioso, hasta  el punto
            de que su progenitora, cansada de sus constante travesuras, decide
            ponerlo en manos de su inflexible padrino, don Juan Istulde, va a
            experimentar cambios. No sin antes advertirlo de viva voz: “Ahí se lo
            dejo, mi compadre,  para que me lo enderece, así tenga que ponerlo
            a recibir clases de sol a sol” (p.32)


                 De joven, sería jefe de la pandilla de muchachos  de su  barrio
            que se enfrentaba a las de otros sectores. Era un joven temible. Hoy
            se diría: terrible.

                 “Después de 1803, por influencia de las alteraciones que se
            produjeron, se generaron reformas militares. Fue entonces cuando
            el joven biografiado inició su formación castrense impulsado por su
            padre quien sintiéndose impotente ante su insoportable conducta,
            muy a disgusto de doña Juana, tomó la decisión de convertirlo en
            cadete, en el Batallón de Milicias Regaladas de Blancos de Barcelona
            que  dirigía  don  Sebastián  Blesa  (…).  Integrada por  unidades  de
            carácter estamental (Blancos, Pardos y Morenos), con instrucción
            militar semipermanente, por un período de unos dos años, recibió
            formación básica sobre Táctica, Reglamentación Militar, Ceremonial
            y Administración  de Unidades Militares, para hacerse oficial de las
            Fuerzas Armadas Españolas. Además se entrenó en equitación,
            natación y esgrima, hasta convertirse en experto jinete, hábil
            nadador y ser considerado ‘el esgrimista del ejército’”. (p. 38-39).

                 Sumergirnos en la historia colonial de nuestra ciudad, hurgar
            en nuestros orígenes, es repasar unas páginas que nos llenan de
            admiración, nos hacen fruncir el ceño algunas veces, y  otras, nos
            arrancan la complicidad de la sonrisa. Leyenda y realidad van de la
            mano, lo mágico religioso marca los relatos, las supersticiones pueblan
            los caminos, la penurias someten a duras pruebas a las madres y
            padres fundadores, y los actos heroicos rozan la epopeya. No
            solo el joven José Antonio  Cayetano de la Trinidad Anzoátegui-
            Hernández se sale de las normas. Los adultos tienen sus
            historias que sería largo y delicioso relatarles este día, si no
            fuera porque nos apartaríamos del tema    que  nos  convoca  y



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