Page 69 - Vida ejemplar de Simón Bolívar
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               Simón Bolívar va a morir. La muerte física no es simplemente
            el termino forzoso y natural de la vida. Es en el concepto moral,
            una severa prueba para el carácter, para la inteligencia, y para el
            corazón. El dolor físico, la ignorancia del futuro en el más allá,
            defendido con seguridad por el misterio; la eliminación forzada
            del mundo en que se ha vivido, actuado, padecido, y triunfado,
            desafían la fortaleza de los hombres. La enfermedad debilita el
            carácter, oscurece la inteligencia; anega de flaqueza el corazón. La
            actitud que se tendrá cuando la muerte esté cercana, es una inte-
            rrogación tremenda, y cada hombre debe hacérsela alguna vez si
            se ha preocupado de la dignidad y elevación de su vida. Difícil es
            saber vivir. Y muchos que han sabido vivir, no han sabido morir.
               Simón Bolívar ha consumido su ración de fuerza vital. De
            tanto gastarla con generosa mano abierta, es ya un anciano a los
            cuarenta y siete años de nacido. Lo torturan dolores físicos y lo
            atormentan dolores morales. Se ha visto insultado, burlado y
            escarnecido cara a cara. En su tierra natal se le llama tirano y se
            pide su proscripción. Él, que ha dado a su patria, a Colombia,
            a la América todo lo que poseía; él, que todo lo sacrificó, está
            acusado de explotador egoísta; él, el hombre del amor a sus
            conciudadanos, quien solo quería un corazón para amarlos y
            una espada para defenderlos, está visto como el obstáculo para la
            felicidad de su patria; él, el hombre de la buena fe, que solo piensa
            ya en alejarse, está sospechado de planes patricidas. Ve inútiles
            sus esfuerzos, comprometida su obra, desgraciados los pueblos,
            amenazados sus amigos, el momento lleno de oscuridad y de
            peligro para su América; el porvenir, más oscuro, más peligroso
            todavía.
               ¿En qué actitud va a confrontarse con la muerte ese hombre
            que parece un derrotado en lo moral, como es un vencido en lo
            físico? ¿Va a renegar su obra, va a pedir perdón de haber subido
            demasiado alto, va a temblar ante el misterio del más allá y ante el
            juicio de los hombres futuros? Él no ha llevado la existencia más
            o menos apacible del ciudadano oscuro y mediocre. Ha pasado


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