Page 63 - Vida ejemplar de Simón Bolívar
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Santiago Key Ayala
gran sueño. Por caminos que difieren de los proclamados por
Maquiavelo, Bolívar persigue mejor que nadie, en constante y
porfiado batallar, el sueño de la patria libre, grande y noble. Él
fue para la América el príncipe soñado por Maquiavelo en cuanto
redentor y unificador. Príncipe de virtudes nuevas, hecho para la
empresa de crear un nuevo mundo.
Comprendo la desconfianza de vosotros ante palabras que
han sonado a menudo en vuestro espíritu como sinónimas de
engaño y vileza. Política, maquiavelismo: deslealtad, traición,
interés mezquino. En nuestro país, al igual que en otros muchos,
se ha abusado de las palabras al extremo de convertirlas en falsifi-
caciones de la idea. Las palabras han venido a ser meros sonidos
sin significado, o de sentido contrario al significado recto.
Los maquiavelos mediocres no toman del autor de El príncipe
el gran sueño. No son capaces. Emplean las pequeñas astucias, que
están o pueden estar a su alcance. Se juzgan a sí mismos grandes
políticos porque logran, o lo intentan, engañar, seducir y perder
a los hombres y los pueblos. Al extremo de sus menudas habili-
dades no está el ideal de la patria grande, sino la ventaja personal,
la riqueza, la vanagloria. Se pretende engañar al enemigo. Se
engaña al amigo. A menudo se engaña a sí mismo.
Es hecho triste que la buena fe haya decrecido en nuestro
país en proporción alarmante. El feo vicio del engaño, de la
deslealtad, se ha hecho más frecuente. Es común oírlo expresar
con razones de “política”. Política viene a ser así sinónimo de
falsedad y felonía.
“Soy transparente”, dijo Bolívar, irritado por la doblez de
muchos que lo adulaban mientras preparaban a espaldas suyas
el ataque traicionero.
Aquí la interrogación: ¿cómo puede ser político el hombre
transparente? Sus planes estarían a merced de sus interlocutores.
Presa obligada de sus adversarios, de sus malquerientes y, en primer
lugar, de los hipócritas desleales. Bolívar es transparente. Transpa-
rencia no quiere decir indiscreción, candidez, infantilidad.
La transparencia excluye el engaño desleal. La reserva no es
deslealtad, sino prudencia. La política posee su estrategia y su
táctica al igual de la guerra. En la guerra son lícitas las estrata-
gemas, los amagos. Se está frente al enemigo. El enemigo no
tiene el derecho de esperar que se trate de favorecerlo, sino de
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