Page 373 - Todo César: Panorama de vida y obra
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El DIENTE Cuando yo nací, mi papá cumplió sus 30 años. O sea, que estaba en la “flor de la
maravilla” como quien dice. Había nacido en la Caracas gomecista de 1915, en
una casita situada en la esquina de Pueblo Nuevo, en la parroquia de “españoles
QUE lE FALTABA y canarios”: La Candelaria. Mi abuela Felícitas era de origen canario y mi abuelo
Ángel María, criollo viejo.
Él, panadero, como reza la partida de nacimiento de papá, y ella costurera
Al PEINE de uniformes militares. Supuestamente, mi abuelo repartía el pan en una mula
de su propiedad, y no está claro en qué panadería trabajaba, porque sus herma-
nos tenían un establecimiento de este tipo en Petare (y por eso mucha gente
ha creído que papá es petareño). En la esquina de Gradillas también había una
panadería de españoles, y algunas personas que los conocieron dicen que era
allí donde trabajaba. En todo caso, en esa época no cualquiera poseía una mula
y tampoco máquina de coser. Era una familia modesta, de la que papá fue el
quinto hijo.
La infancia de papá fue dura porque quedó huérfano muy chiquito. La tuber-
culosis se llevó primero al padre y luego a la madre. Los cinco hermanos fueron
recogidos y asumidos por sus respectivos padrinos, porque entonces funcionaba
tanto la obediencia religiosa como el sentido de responsabilidad al arrogarse un
compromiso, y en el bautismo los padrinos se comprometen. El país era todavía
un país rural metido, para más inri, en el puño de Juan Vicente Gómez. La tuber-
culosis, la malaria, la lepra, eran flagelos del día a día en el país entero.
La solidaridad de los padrinos permitió que los hermanos nunca estuviesen
realmente separados y las familias donde papá permaneció durante la primera
infancia le aportaron conocimientos y vivencias que le nutrieron el espíritu.
Después, a veces como amigo de los hijos, como es el caso de los Hernández
Mujica, otras como residente, como cuando estuvo en casa de los Rojas Guardia,
se completó este ciclo de absorción de valores que le acompañaron el resto de la
vida.
Pero no es sobre su infancia que quiero hablar, sino de su vida familiar poste-
rior, la que compartió con mamá y con sus dos hijas, y eventualmente, con la
familia extendida, “el diente que le falta al peine”, porque se habla de su produc-
ción teatral y pictórica, de su actividad política y académica, pero no de la piedra
Mónica que le permitió las realizaciones que le dan trascendencia.
Papá se casó con Ángela Carrillo, hija de Fronilde y Antonio, él, músico y ella
“de oficios del hogar”, como estipula la partida de nacimiento de mamá, y se
casaron el 21 de diciembre de 1942 en la jefatura de San Juan, después de algunos
Esperando a Diana. Cortesía de la Familia Rengifo. meses de noviazgo. Mamá era la mayor de ocho hermanos, maestra normalista