Page 376 - Todo César: Panorama de vida y obra
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estaban los Dubuc, tíos de Luis Augusto Dubuc, y más acá Valentín López y las Mi primaria la hice en la Gran Colombia, desde el preescolar, al que papá
Vargas, Chela y Sol… me llevaba a diario, hasta el quinto grado. Después papá nos llevó al Instituto
A veces, los fines de semana, cuando venían a casa mis primos, los hijos de de Educación Integral creado por Belén Sanjuán donde se nos garantizaba una
Pedro León Castro, también pintor, casado con una hermana de mamá, mi educación más acorde con las ideas que ambos –él y Belén– profesaban. Para
papá nos llevaba “de excursión” a los cerros frente a la casa. Nos parecían altí- cuando me inicié en primaria, papá compró su primer automóvil, un Chevrolet
simos y peligrosos, y él disfrutaba muchísimo pasándonos “a caballito” sobre del 49. ¡Fue toda una aventura su aprendizaje! Estaban construyendo entonces
sus hombros en los trechos difíciles o mostrándonos el amplio panorama de El el Paseo Los Próceres y la Plaza Los Símbolos, y gracias a Dios que aún no habían
Valle, cuando llegábamos a la cima. Tal vez recordaba sus subidas al Ávila, con colocado el monumento, porque durante su aprendizaje papá la travesó limpia-
Poleo y Rhazés, y sus amigos más queridos de su no muy lejana juventud… mente, de uno a otro lado y a toda velocidad. Recuerdo que el amigo que lo
enseñaba, agarrado con uñas y dientes del techo y la puerta repetía angustiado:
“¿Para dónde va, Maestro?, ¿para dónde va?”. ¡Íbamos todos dentro del carro,
incluido el perro! Mamá también intentó aprender a manejar, pero al primer
incidente que tuvo, ya papá no permitió que lo intentara y ella se resignó. Ese
carro fue muy útil a la familia. En él viajábamos a “la casita de Higuerote”, una
casita que compró papá, en el barrio de La Peñita, al lado de la iglesia evangélica,
a una cuadra del río y como seis o siete de la playa, donde pasábamos vacaciones
con grupos extensos de sus amigos. Porque era un hombre alegre y gregario, y
aun cuando no bebía, disfrutaba muchísimo de la compañía de sus amistades.
Cuando se creó el grupo de teatro Máscaras, del cual fue fundador, también
organizó, con los mismos actores, un grupo para representar guiñol en el Insti-
tuto de la Amistad Venezolano-Soviético. Esa actividad era los sábados, pero
en la semana nacían los muñecos en mi casa. Papá los modelaba en plastilina
y luego vaciaba las cabezas en yeso que cubría después con papel maché. Mi
tía Chepina, hermana de mi mamá, hacía los vestiditos. Y luego los muñecos
actuaban en el teatrino del VS, presentando El paso de las aceitunas, de Lope de
Vega… De cada cabecita podían nacer, según se las pintase y colocase el pelo,
varios personajes. Y así como el Máscaras era también una escuela política, las
representaciones sabatinas con los muñecos eran otro pretexto para soñar con
revoluciones y conspirar. Allí se reunían el doctor Julio César Marín, el doctor
Víctor Güerere, el doctor Víctor Valera Martínez y un grupo de telegrafistas
amigos de papá a quienes les explicaba marxismo.
Rhazés Hernández. Cortesía de la Familia Rengifo.