Page 374 - Todo César: Panorama de vida y obra
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Todo César 373



                                                                                        Ese mismo año decidieron casarse, papá decía que se decidió porque ya no
                                                                                      soportaba las sillas de paleta donde tenía que sentarse cuando hacía las visitas
                                                                                      de rigor. Se casaron, pues, en la jefatura de San Juan, y se fueron a vivir primero
                                                                                      en una casita de El Manicomio que era una urbanización pequeñita en Catia, y
                                                                                      luego se mudaron a la casita de Remedios a Brisas, en San José, donde yo nací. Yo
                                                                                      no fui la mayor. Mamá perdió una hija un año antes de mi nacimiento porque le
                                                                                      dio rubiola. Después llegué yo.
                                                                                        Papá era dulce y cariñoso. No recuerdo mucho de esa casa, porque además, en
                                                                                      el año 1946 enfermaron los dos, mamá de pleuresía y papá de una tuberculosis
                                                                                      intestinal. A mí me llevaron a vivir con mi tía Lola, la hermana de papá, pero me
                                                                                      cuidaba mi tía Aída, adolescente hermana de mamá. Cuando ambos superaron
                                                                                      sus enfermedades, de un modo mágico y misterioso, nos mudamos a la casita
                                                                                      del Prado, donde nació Flérida y vivimos toda nuestra infancia.
                                                                                        ¡Era una casa de las del Banco Obrero, con cuatro habitaciones, dos baños,
                                                                                      cocina, comedor, jardín y un patio enorme! Un patio que papá llenó de árboles.
                                                                                      Teníamos un palo de maría en todo el centro, pomarrosas, limoneros, aguaca-
                                                                                      tes, un mango, y también cambures. Papá montó también un gallinero y cubrió
                                                                                      la cerca de alambre que nos separaba de las casas vecinas por el corral, con una
                                                                                      siembra de quinchonchos. En el jardín del frente tenía cayenas y una palma que
                                                                                      venía con ellos desde El Manicomio. A él le gustaban las matas y cada tarde
                                                                                      las regaba, religiosamente. Por ese tiempo –y creo que durante mucho–, traba-
                               La infancia.  Cortesía de la Familia Rengifo.          jaba en casa. Escribía artículos para la prensa y pintaba. Y ayudaba a mamá, que
                                                                                      trabajaba en la Escuela Miguel Antonio Caro, en Catia, y estudiaba por las tardes
               y enseñante en la escuela rural integral que tenía la Electricidad de Caracas  en el Pedagógico, a cuidarnos a Flérida y a mí. También estaba una muchacha
               en Mamo, estado Vargas; barquisimetana de nacimiento, conoció a César en  llamada Carmen Peña, que hacía los oficios domésticos.
               persona a través de su amiga Josefina Falcón (Chepina), entonces casada con el   La casa estaba situada en la manzana O, que era la última de la urbanización.
               periodista Bohan Salas, activa militante de la Agrupación Cultural Femenina,  Al frente quedaba un descampado amplio que se iba haciendo colina y nos sepa-
               estudiante también de la Normal y también barquisimetana, quien lo había  raba de los Jardines de El Valle. Con el tiempo esos cerros se llenaron de ranchos,
               conocido a su vez en una de esas reuniones culturales de jóvenes y estudian-  y el descampado de casas y ruidosos talleres mecánicos, que obligaron a papá a
               tes, frecuentes en la Caracas postgomecista. Ella llevó el poemario Ala y Alba,  decidir una nueva mudanza, pero eso fue en los años setenta. En el Prado vivi-
               con el que papá había regresado de México, a sus amigos y contertulios de la  mos desde 1948.
               Normal y de la pensión donde vivían, y cuenta mamá que muchos de los versos   Cada día, un repartidor llevaba a la casa la leche en frascos, la prensa y el
               los memorizaron y los recitaban en cualquier ocasión. Chepina decidió poner  pan, y un “frutero”, en una carreta tirada por un burrito, abastecía a la cuadra
               a Ángela y a César en contacto epistolar. ¡Se escribían cartas! Hasta que papá,  de verduras y frutas semanalmente. De vez en cuando papá me dejaba subir al
               en unas vacaciones de Semana Santa, a sabiendas de que mamá las pasaba en  burrito e íbamos hasta la esquina de la cuadra en un paseo que para mí era
               Macuto con Chepina, decidió bajar al litoral a conocerla.
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