Page 328 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


                Dime a quién puedo consagrar mi amor
                dime a qué aspiro si la fe perdí:
                que el mundo entero en su placer mayor,
                marchita flor,
                marchita flor
                será sin ti.

                O a veces eran desafíos de poesías entre improvisa-
            dores como el muy famoso pulpero Ño Esculapio, quien
            por los años de 1854 era disputado concurrente a los velo-
            rios de angelitos del barrio de Agua Salud, no solo por la
            riqueza de su anecdotario sino por su peculiar estilo poé-
            tico en que los intereses de las musas se confundían con
            los de su condición de bodeguero:


                ¿Hay algo mejor que un beso?
                —¿El alza del queso? —¡Eso!
                ¿Cuál es la mayor desolación?
                —La baja del papelón
                y del jamón.
                ¡Celestiales querubes,
                mi inspiración os impreca:
                poned, por las nubes
                aliños, caraotas, pan, arroz y manteca!


                El angelito, entretanto, comenzaba a dar signos de des-
            composición, y cuando ya la fetidez se hacía insoportable
            venía un grupo de niños para llevárselo y atrás iba el cortejo
            de invitados medio borrachos, para terminar la jarana con
            un gran sancocho al regreso del cementerio.
                Para colmar la vanidad de los dolientes ricos disponía
            el ceremonial eclesiástico de la magna coreografía funeraria

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