Page 324 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


            segunda que habían colocado sus sollozantes plumas bajo
            la égida del Juan Vicente González de las Mesenianas:

                  ¡María…! Deslizóse como ráfaga fugaz de brisa prima-
                  veral la existencia de esta hermosa niña, que por sus exi-
                  mias  virtudes constituyó  hasta  ayer  el encanto  de sus
                  padres y amigos, que aún la lloran, llenos de amargo
                  desconsuelo.
                  ¡María…! Al pronunciar este nombre que en día feliz
                  llevara  un  ángel  de  eterna  recordación,  el  corazón  se
                  oprime de pesar… La mente se remonta a lo infinito en
                  pos de simpática visión y el pecho palpita con violencia
                  a impulso de la emoción profunda… ¡María…! Hoy ve-
                  nimos donde tu tumba a ofrendarte nuestras lágrimas,
                  elocuente idioma del dolor y fiel tributo de veneración
                  a tu memoria, como lo hicimos también el día en que
                  despojándote de prestada vestidura, desplegaste, son-
                  reída, tus alas de armiño para remontarte luego a otros
                  mundos en busca de la verdadera perfección…


                                                          A.M.C.R.


                Señal de que en alguna casa había un enfermo agó-
            nico era la majestuosa aparición del «viático» en la cuadra.
            Adelantado por un monaguillo revestido de blanco que iba
            tocando pausadamente la campanilla, mientras en los con-
            ventos e iglesias cercanas quebraban los dobles de las es-
            quilas sus más dolientes tañidos, el sacerdote portador de los
            sagrados instrumentos marchaba con lentitud debajo de un
            gran quitasol carmesí que tras él iba sosteniéndole otro mo-
            naguillo. La morosa procesión era seguida por los parientes
            y amigos del enfermo y por espontáneos acompañantes que

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