Page 71 - Sábado que nunca llega
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sábado que nunca llega


              el licor me contó todo lo que le acababa de pasar con la
              tal Margarita y yo, entre palo y palo, lo consolé un poco
              a pesar, repito, de que su historia no me causó ninguna
              lástima ni sentimiento parecido. Después yo viví —o
              sufrí— toda esa historia absurda.
                  No se trata de que sueño las cosas —ojalá todo fuera
              sueño— sino que las vivo. Las vivo en toda su intensidad
              o en toda su ridiculez. Siento los golpes o las caricias o los
              empellones o las humillaciones y hasta tengo eyaculaciones
              —si es el caso, como con la tal Marga— que al otro día me
              hacen sentir una amarga y honda frustración. Descubrir que
              todo lo que oía lo vivía durante la noche, me hizo pensar
              en la posibilidad de cambiar de oficio pero a mi edad de
              cuarentitantos  años  no  sabía  hacer otra  cosa  (primero)
              y los empleos estaban requetedifíciles de conseguir
              (segundo). A pesar de lo que se podría denominar mi
              letrofobia, opté por mandar a hacer un letrero que decía:

                     NO ME INTERESAN SUS PROBLEMAS


              pero después no me atreví a colocarlo en el carro porque era
              una flagrante e injustificada descortesía con los pasajeros que,
              a fin de cuentas, no tenían ninguna culpa de mi anormalidad.
              Eliminé el radio del carro para no vivir de noche los dramas
              de las radionovelas ni de la historia de una canción. Fui a
              casa de un psiquiatra que luego de estudiar rama por rama
              todo mi árbol genealógico y hacerme grabar los sucesos
              nocturnos, asombrándose de que en mis conversaciones
              interviniesen otras voces: de niños, de mujeres, etc. (ya yo
              le había prevenido que las historias me sucedían tal cual
              se daban en la realidad), se declaró incompetente para
              resolver el caso o para curarme. Igual me pasó con unas


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