Page 69 - Sábado que nunca llega
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sábado que nunca llega
El más haragán es Tito y sin embargo ya es
cabo del Ejército, usted sabe, peor es nada, el año que
viene lo mandan para Panamá a estudiar un curso de
contrainsurgenci o anti no sé qué diablos.
La nena estudia el tercero de bachillerato y lo único
que le critico es que se la pasa con un melenudo que se
quiere codear con uno para echársela, usted sabe, el que a
buen árbol se arrima, yo estoy cansado de decirle que ese
lo que es, es un marihuanero (. . . de puta).
Por la noche yo me sentí un Papá Noel, un Abraham,
un buen padre rodeado de todos sus hijos modelos: uno me
cortaba el bigote, otro me limpiaba las uñas, otro me echaba
fresco con un abanico, otro me hacía cosquillas en los pies.
Al siguiente día no me explicaba el por qué de esa vivencia.
Lo del viejo no lo recordaba porque, afortunadamente,
tengo una memoria pésima (imagínense ustedes si no
fuera así). Pero el Jueves Santo el viejo volvió a tomar mi
carro e inmediatamente se fajó a echar la misma historia
de Rodolfo, de Julio Adolfo y de los otros. Entonces
recordé que este mismo viejo me había echado esa mismita
historia el lunes y que por la noche la viví con lujo de
detalles y ese descubrimiento de que todo lo que oyera en
el día me iba a ocurrir por la noche me dejó extenuado; me
sentí tan mal que ese día no seguí trabajando y me metí en
La Cita a tomarme unas cervezas (ustedes saben).
Antes de irme a casa decidí pasar por donde lo de
Margarita. Ella me recibió en una transparente batica que
me sacó la piedra. ¿Con quién, antes de yo llegar, había
estado Margarita? Me metí en el cuarto y no encontré a
nadie pero sí las huellas del amor desordenado y de prisa,
clandestino. Le hice ese señalamiento pero Marga me
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