Page 59 - Sábado que nunca llega
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sábado que nunca llega
rato lo pusieron en libertad con los demás. Al Gato en la
cárcel frente a mí, mirándome con la patética mirada con
que se mira a los tarados, le dio por hablar para intentar
consolarme, se lo agradezco, pero no le creo; el Gato que
dice:
—Hace media hora que estás hablando mariqueras.
—¿Cómo? Es cierto todo.
—Mariqueras, no pensé que la gasolina te fuera a volar
tanto; has estado hablando de fiestas y luces y espirales
y Orión y Cleopatra y Felina y ego y coitos luminosos y
muertos, qué rollo, mano.
—¿Y por qué estamos aquí entonces?
—¡Mierda, yo qué sé! Sólo recuerdo cuando nos
estábamos robando unas bombillas en CADA.
—Justamente, ahí empezó todo.
—Ahí no empezó nada porque allí nos prensaron.
—¿Y las fiestas, entonces, y las luces?
El Gato me dijo: «estás jodido» y se tiró bocabajo
sobre el piso.
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