Page 70 - Perforación mediática
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El protagonista del guion, George Bush, se tomó en serio su
papel. Ya antes de partir, dijo que venía a Suramérica a continuar
la revolución que inició Simón Bolívar. Esto era el colmo. Los
opositores lloraron de emoción y los chavistas rieron con ganas.
Los obsesos son así, propensos por igual al crimen y al ridículo.
Y en ambos casos, son peligrosos.
PATRIA, PALANGRE Y DÓLARES
En todos los gremios y profesiones, señalaba el maestro Prieto
Figueroa, existen las aves corrompidas. En tiempos nada leja-
nos, el medio periodístico tenía contados a los palangristas que
pululaban en su seno. Era este el peor apóstrofe que se le podía
anteponer a un comunicador. El Código de Ética era un librito
que se esgrimía con orgullo, acompañado con la casera filosofía
de los abuelos de ser “pobre pero decente”.
Por los días que corren, el cinismo se agazapa tras la po-
larización política. Los pícaros creen que todo está permitido
y “justifican” el palangre como un “arma de lucha”. Cobrar por
falsear y distorsionar informaciones se disfraza de hazaña en el
“combate” contra la “tiranía”. El podio de “héroe” se conquista en
una competencia de bajezas, compra-ventas y ruindades.
El palangrista de ayer resulta un ingenuo frente a los mer-
cenarios del periodismo de hoy. Ahora no solo se cobra por decir
y escribir lo que quien paga quiere que digas y escribas, sino que
se arrienda la conciencia a potencias extranjeras. Para dibujarlo
con escupitajo de granuja del lejano oeste, se enajena el alma “por
un puñado de dólares”.
Siempre tengo sobre mi escritorio el libro Chile desclasifica-
do, en cuyas páginas está el testimonio de cómo el Departamento
de Estado compró periodistas y medios (El Mercurio, como punta
de lanza) para que escribieran contra su propio país, prepara-
ran las condiciones para el golpe de Estado fascista contra el
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