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por espiarlo, escanearlo, grabarlo y copiarlo y le exigió, sí señor,
“explicación”.
Los gringos guardaron silencio. Luego les dijeron a todos
los gobernantes europeos: “El espía está en Moscú, sabemos que no
saldrá en el avión de ninguno de los jefes de Estados allí reunidos,
pero nos disgustaría si algún país europeo les permite aterrizar en
su suelo; tienen ustedes una oportunidad de oro para demostrar
su buena conducta”. Un temblor recorrió los Alpes, de signo con-
trario al de aquel fantasma decimonónico y rojo. Así respondía
el imperio yanqui a la solicitud de “explicación” que, por puro
aguaje, pedía Europa.
Francia, España, Italia y Portugal le impidieron al presidente
de Bolivia, el líder indígena y campesino, cruzar su espacio aéreo.
“Disculpe, Presidente, pero órdenes son órdenes”. La solidaridad
de Latinoamérica con Evo Morales no se hizo esperar, pero los
ciudadanos europeos no reaccionaron, todavía no salen de su
humillación, avergonzados de sus gobiernos.
La oposición venezolana también siguió en shock. Suele ir
al Departamento de Estado a rogar golpes y atentados contra
Venezuela. Pero igual se lo piden a la vieja Europa. El lacayismo
es bígamo y cornudo, pero fiel. ¿Me explico?

LA ÚLTIMA MUERTE DE JAMES MONROE
Después de reiterar que América Latina es su “patio trasero”, el
secretario de Estado gringo, John Kerry, quiso reivindicarse en
la OEA y proclamó por todo lo alto el fin de la Doctrina Monroe.
La socialdemocracia continental aplaudió eufórica y la derecha
latinoamericana entristeció. Pero el “destino manifiesto” de los
Estados Unidos es peor que el instinto del escorpión. A las 48
horas no más, revivieron la doctrina.
La causa de la súbita resurrección de James Monroe estuvo,
faltaba más, en Venezuela. La aprobación de la Ley Habilitante por

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