Page 67 - Perforación mediática
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la soberana Asamblea Nacional despertó la naturaleza injerencista
e intervencionista de Estados Unidos. Habían transcurrido pocas
horas del decretado fin de “América para los americanos (grin-
gos)”, cuando la vocera del Departamento de Estado, Jen Psaki,
escupió por la comisura de los labios, cual cowboy del viejo Oeste:
“Estamos preocupados porque la Asamblea Nacional de
Venezuela ha garantizado poderes para emitir decretos al presidente
Maduro por los próximos 12 meses. La medida es permitida por
la Constitución en Venezuela, pero eso no la torna buena porque,
según pensamos, es importante que las personas tengan voz en
cualquier proceso de toma de decisión”.
La Psaki ignora –o se hace– que en el país se han realizado
18 consultas electorales en los últimos 14 años, más un referén-
dum revocatorio contra el presidente Chávez que resultó ratifica-
torio por la felpa que el pueblo le dio, voto a voto, a los sobrinos
del Tío Sam o cachorros del imperio. También pretende evadir
el hecho de que la Constitución de nuestro país, que contempla
la figura de la ley habilitante, es la única en América aprobada
en referéndum popular.
En verdad, la Doctrina Monroe en Latinoamérica murió
antes de que Kerry se diera cuenta. Por eso la agarró por matar
a un muerto. En enero de 1959 la revolución cubana la borró de
la patria de Martí. En 1998, la victoria del Comandante Hugo
Chávez le puso su epitafio en la Venezuela bolivariana. Antes, lo
había hecho la Revolución sandinista en Nicaragua. Y luego, en
Suramérica, los gobiernos progresistas de Kirchner, Lula, Correa,
Evo y Mujica la mandaron a hacerle compañía a Búfalo Bill, aquel
Terminator de finales del siglo XIX y principios del XX que juró
exterminar a los pieles rojas asesinando hasta la extinción el ani-
mal que le daba todo: el bisonte.
El imperio que cuestiona que el presidente Maduro ten-
ga poderes extraordinarios para dictar leyes le otorgó, al suyo,
67 Earle Herrera