Page 231 - Lectura Común
P. 231
Luis Alberto Crespo
No nos sorprendamos. Hasta hace poco Amazonas era cuanto
menos un territorio que llegaba hasta Puerto Ayacucho y cuando
más hasta los raudales de Atures y Maipures. Maroa, a las orillas
del Guainía, queda mucho más lejos que ninguna parte: si la nom-
bráramos, nadie se atrevería a llamarlo Venezuela. Y fue allí, pre-
cisamente allí, en esa aldea antigua del siglo XVII, adonde llegaran
Spruce y los naturalistas humboltianos, paso y refugio de viajeros
dignos e indignos, de adoradores de flores e insectos y predado-
res del caucho y el balatá, sendero y tumba de Michelena y Rojas,
el “Viajero universal”, donde naciera Marcelino Bueno en 1835,
periodista, memorialista y poeta, luchador social, lector de Pli-
nio, de Homero, de los Enciclopedistas, de Víctor Hugo y de Mon-
taigne; autodidacta, pero de cuidada prosa, solitario en medio de
la selva y otros confidentes como el relámpago, el trueno y la voz
de la poblada pajarería que alborota desde la madrugada el istmo
[ 230 ] de Pimichín, abrazó su correspondido amor por la cultura en esos
tiempos de degollinas y derrumbes políticos y logró hacer oír su
escritura en hojas manuscritas donde informaba a no sé quién en
esas soledades geográficas y sociales sobre los padecimientos de su
poblado y de su desmesurada región. A puño y letra redactaba su
hoja informativa El Río Negro y suscribía artículos y clamores en
los periódicos de Ciudad Bolívar sobre la lastimada Amazonas y
la pobreza social y cultural de su remota, remotísima aldea. Escri-
bía para que alguien lo oyera entre los dueños de los gobiernos de
entonces. Alguna vez le dirigió una nota a Guzmán Blanco pidién-
dole que le enviara una imprenta a Maroa. Estuvo esperándola
hasta tarde, hasta 1884. Cuando al fin la trajeron a lomo de bestia
por los andurriales de la selva donde ruge el tigre negro y muerde
la araña mona o por las aguas nocturnas del Guainía, el conten-
tamiento debió ser mucho y bastante como las lluvias selváticas;
sólo que pronto derivó en descampado desconsuelo: la maquina-
ria llegó inservible, embrollada basura de hierro y aceite.
El irrefrenable maroeño no se dio por vencido: prosiguió
difundiendo su manuscrito y otras publicaciones como El deber,
Lectura comun heterodox 230 13/4/10 12:35:51