Page 232 - Lectura Común
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La lectura común                            Nuestra sombra iluminada
              La Aurora,  El Reino Vegetal, El Indio liberal, por las calles de
              Maroa (a sabiendas de que el analfabetismo compartía patria con
              el paludismo) o más allá, en Atabapo de los matarifes y bando-
              leros, en Río Negro de los misioneros y reductores de indios, en
              Puerto Ayacucho de los taberneros, los negociantes de taranti-
              nes y los traficantes de expedicionarios; más lejos aún, en Ciudad
              Bolívar de la cultura y de la sala de redacción de El Anunciador, en
              cuyas páginas reprodujo su carta al General Castro, donde le decía
              que se acordara de Maroa y abriera escuelas y enviara maestros.
              Promediaba 1901. La historia no refiere si el ruego fue oído por El
              Cabito.
                  Toda o gran parte de la obra periodística del gran venezolano
              permanece sepultada en los cementerios de la desidia, cuando
              mucho sustraída de esas cenizas por los historiadores y colec-
              cionistas de recuerdos, las hemerotecas, las reliquias de familia y
              ahora por José María Ventura, periodista e investigador de Ama-
              zonas, quien ha exhumado del desván de los incunables un breve   [ 231 ]
              cuaderno de notas, recuerdos y reflexiones que Marcelino Bueno
              intitulara Páginas, salvadas en vida de su autor de las tumbas de
              papel periódico. Están fechadas desde 1901 hasta 1906, pocos
              años antes de que le sobreviniera la muerte en 1910. Expresan
              admiración por Tavera-Acosta, el historiador y honrado hom-
              bre público, gobernador que fuera de Amazonas; también por
              Michelena y Rojas, el caminante de selvas y andariego de vidas
              y costumbres y como aquel gobernador de Amazonas. Las notas
              narran la inveterada ansia de la región por alcanzar su progreso;
              se escuchan saludos de fin de tiempo y discursos o más bien ruego
              porque haya unión entre los amazonenses tironeados por renci-
              llas de mediocre mezquindad y tozudas parcialidades banderizas,
              a más de llorosos sentimientos por los recién caídos en la muerte
              y expresiones de gratitud hacia la muchacha que lo recuerda en su
              ancianidad; léense festejos de onomásticos y versos a “La Virtud”
              de Nieves S. de Zerpa, “flor perpetua, de gracia divina,/Que no
              tiene punzante una espina/Ni una sombra en su limpio color”.






       Lectura comun heterodox   231                                   13/4/10   12:35:51
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