Page 471 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
RM: ¿Cómo juzga Ud. frente a la realidad peruana, el problema de
Tacna y Arica? ¿Qué porvenir le asigna Ud. en el futuro americano a la
unidad material y moral de nuestros países?
JCM: Tengo para opinar sobre esta cuestión, lejos de todo motivo
circunstancial u oportunista, el título de ser en el Perú uno de los escri-
tores que no ha atizado la hoguera del revanchismo. Una distinguida
escritora mexicana amiga mía me escribía recientemente de Santiago,
invitándome a contribuir a la reanudación de las relaciones entre los inte-
lectuales de los dos pueblos. Personalmente no tengo que reanudarlas
sino que acrecentarlas y mantenerlas, porque no las había interrumpido.
Para la generación que siguió a la de la guerra, el problema de Tacna
y Arica era, sentimental y moralmente, el problema dominante de la reor-
ganización nacional. Esta generación tuvo un magnífico e inmaculado
portavoz: González Prada. Pero la idealización de Tacna y Arica irredentas
dio su más puro fruto en la Junta Patriótica y el Apostolado de Figueredo.
La generación [actual] ha descubierto el problema de cuatro millones de
indios irredentos y no ha podido ya pensar como la de González Prada. La
reivindicación de Tacna y Arica ha sido explotada por la política del feuda-
lismo, heredero y continuador de la Colonia, precisamente para descartar
otras reivindicaciones. La juventud, el proletariado del Perú de hoy han
respondido fraternalmente, por esto, a las palabras de la juventud y el
proletariado de Chile. Muchos problemas comunes nos unen, para que
pueda separarnos el de Tacna y Arica, que en un ambiente de amistad y
comprensión tendrá la mejor garantía de una solución justiciera.
Si la solución es hoy posible, se debe en parte a que, pese a los chau-
vinismos recalcitrantes, se ha hecho ya un trabajo preparatorio en la
opinión de ambos pueblos. Los demás factores del acercamiento son bien
conocidos. No es necesario que me refiera a ellos. Económica, práctica-
mente, Chile y el Perú son dos países que, como productores, se comple-
mentan. Histórica, espiritualmente, su más glorioso patrimonio es el de
las comunes, fraternas jornadas de la Revolución de la Independencia.
Y en cuanto al porvenir de la unión material y moral de nuestros dos
países, mi esperanza y mi augurio son: que una confederación peruano-
chileno-boliviana, u otra más amplia aún, pero en la que entrarán nues-
tros dos países, constituirá la primera Unión de Repúblicas Socialistas de
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