Page 472 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos
la América Latina. ¿Utopía excesiva? Los mayores estadistas de Europa
capitalista –desgarrada por ardorosos nacionalismos, dividida por
lenguas, pueblos y tradiciones distintas-, declara su adhesión a una idea
que, en ellos si, tiene el carácter de una utopía: los Estados Unidos de
Europa. ¿Por qué la juventud del Perú y de Chile no ha de confesar su
ideal que no sería sino una estación del camino a los Estados Unidos de
Sud-América? 249
249 Mariátegui a través de la revista Amauta -y en su nombre-, en las páginas 15
y 16 del N° 23, defiende la “posición fraternizadora” de la izquierda peruana, y
denuncia la hipócrita demagogia de los latifundistas que hacían propaganda
chauvinista desde el Gobierno y que, a espaldas del pueblo, vendían a Chile sus
productos (Alberto Tauro del Pino, 1960). Es precisamente en este artículo “El
arreglo peruano-chileno” de mayo de 1929 que Mariátegui pronostica la Unión
de Repúblicas Socialistas de América Latina por primera vez en un texto escrito
de su puño y letra. Es breve y se transcribe a continuación como complemento
a la entrevista: “Si ha habido en el Perú, en los últimos años, una tendencia que
ha tenido, frente a la cuestión de Tacna y Arica, una posición neta y realista,
ha sido la de izquierda. Desafiando el chovinismo del ambiente, cultivado por
la política burguesa, la juventud y el proletariado de vanguardia del Perú, han
tendido la mano, en más de una oportunidad, a la juventud y el proletariado de
vanguardia de Chile, que antes había dado prueba explícita de su repudio de la
chilenización y detentación de Tacna y Arica. Gómez Rojas, Vicuña Fuentes, son
nombres que recordarán siempre esta protesta, dictada por un noble espíritu de
justicia a la vez que de fraternidad y reconciliación.
La burguesía y el gamonalismo, por el contrario, no han renunciado nunca a la
especulación política, frente a esta cuestión, de la que se han servido, explotando
el sentimiento popular, para distraer a las masas de sus reivindicaciones de
clase y, a veces, casi para prohibírselas. Los partidos y los políticos, han compe-
tido en la tarea de excitar un reivindicacionismo intransigente en la opinión
pública: reivindicacionismo que degeneraba con frecuencia en frenético clamor
revanchista. La plutocracia azucarera que hasta 1919, retuvo en sus manos el
poder, y que obtenía una parte de sus ganancias de la exportación de azúcar
a Chile, se esmeró en una declamación que, afirmando a ultranza la reivindi-
cación de Tacna y Arica como una cuestión de honor y sentimiento, resulta su
obra maestra de simulación e hipocresía. Los bandos políticos se bloqueaban
y vigilaban unos a otros para impedirse toda tentativa de liquidación. Cuando
un gobernante de visión progresista y práctica como el señor Billinghurst se
atrevía al replanteamiento de la cuestión, se le vituperaba por este acto como
un traidor, cobrándole en la crítica de su gestión internacional el rencor por
sus tendencias radicales y anti-oligárquicas en la política interna. Y, en 1919,
al abatir a la oligarquía azucarera, aunque para vencerla bastaba un programa
populista que satisfaciese las exigencias de la pequeña burguesía, se recurrió de
nuevo, sin la reserva que la situación aconsejaba, a la plataforma revanchista.
De un lado, la especulación, de otro lado el romanticismo y la retórica, han estor-
bado la formación de un juicio exacto sobre este problema internacional. Los
hombres del movimiento radical o gonzáles-pradista pertenecían a una gene-
ración sobre la cual actuaban demasiado imperiosa e inmediatamente las reac-
ciones sentimentales de la derrota. El movimiento izquierdista de la juventud
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