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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


                 De esta revisión de la obra de Anatole France, únicamente las críticas
              de la extrema izquierda tienen verdadero interés histórico. Que la aris-
              tocracia y el medioevo excomulguen a Anatole France, por su paganismo
              y su nihilismo, no puede sorprender absolutamente a nadie. Anatole
              France no fue nunca un literato en olor de santidad católica y conser-
              vadora. Su filiación socialista situaba, normalmente, a France al lado
              del proletariado y de la revolución. France era comúnmente designado
              como un patriarca de los nuevos tiempos. La sola crítica nueva, la sola
              crítica iconoclasta que se formula contra su personalidad literaria es, por
              consiguiente, la que le discute y le cancela este título.
                 El documento más autorizado y característico de esta crítica es el
              panfleto de Clarté. Anatole France, como es notorio, dio su nombre y
              su adhesión al movimiento clartista. Suscribió con Henri Barbusse los
              primeros manifiestos de la Internacional del Pensamiento. Se enroló
              entre los defensores de la Revolución rusa. Se puso al flanco del comu-
              nismo francés. Su vejez, su fatiga, su gloria y su arterioesclerosis no le
              consintieron seguir a Clarté en su rápida trayectoria. Clarté marchaba
              aprisa, por una vía demasiado ruda, hacia la revolución. La culpa no
              era de Anatole France ni de Clarté. France pertenecía a una época que
              concluía; Clarté a una época que comenzaba. La historia, en suma, tenía
              que alejar a Clarté de Anatole France y de su obra.
                 La obra de France encuentra su más severo tribunal en el grupo de
              intelectuales organizado o bosquejado bajo su auspicio. Esta circuns-
              tancia confiere a la crítica de Clarté un valor singular.
                 Marcel  Fourrier  no  cree  que  se  pueda  establecer  una  distinción
              entre France hombre de letras y France hombre político. Clarté no puede
              pronunciarse sobre una obra, cualquiera que esta obra sea, sin exami-
              narla desde un punto de vista social. “Sobre este plano —escribe— y con
              pleno conocimiento de causa, nosotros repudiamos la obra de France.
              Estamos animados en esta revista por una preocupación demasiado viva
              de probidad intelectual para poder hablar diversamente a un público que
              aprecia la nuestra franqueza. La obra de France niega toda la ideología
              proletaria de la cual ha brotado la Revolución Rusa. Por su escepticismo
              superior y su retórica untuosa, France se halla singularmente emparen-
              tado a todo el linaje de socialistas burgueses”. Luego estudia Fourrier los


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