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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
Las izquierdas se han complacido siempre de reconocer a Anatole
France como una de sus figuras. Sólo con motivo de su jubileo, festejado
por toda Francia, casi unánimemente, los intelectuales de la extrema
izquierda sintieron la necesidad de diferenciarse netamente de él. Clarté,
negó “al nihilista sonriente, al escéptico florido”, el derecho al homenaje
de la revolución. “Nacido bajo el signo de la democracia —decía Clarté—
Anatole France queda inseparablemente unido a la Tercera República”.
Agregaba que “las pequeñas tempestades y las mediocres convulsiones
de ésta” componían uno de los principales materiales de su literatura y
que su escepticismo “pequeño truco al alcance de todas las bolsas y de
todas las almas, era en suma el efecto de la mediocridad circundante”.
Pero, malgrado estas discrepancias y oposiciones, nada más falso
que la imagen de un Anatole France muy burgués, muy patriota, muy
académico, que nos aderezan y sirven las cocinas de la crítica conserva-
dora. No, Anatole France no era tan poca cosa. Nada le habría humillado
y afligido más en su vida que la previsión de merecer de la posteridad ese
juicio. La justicia de pobres, la utopía y la herejía de los rebeldes, tuvieron
siempre en France un defensor. Dreyfusista 194 con Zolá hace muchos
años, clartista con Barbusse hace muy pocos años, el viejo y maravi-
lloso escritor insurgió siempre contra el viejo orden social. En todas las
cruzadas del bien ocupó su puesto de combate. Cuando el pueblo francés
pidió la amnistía de Andrés Marty, el marino del Mar Negro que no quiso
atacar Odesa comunista, Anatole France proclamó el heroísmo y el deber
de la indisciplina y la desobediencia ante una orden criminal. Varios de
sus libros, Opiniones sociales, Hacia los nuevos tiempos, etc., señalan a la
humanidad las vías del socialismo.
Otro de sus libros Sobre la piedra blanca, que tiende el vuelo hacia
el porvenir y la utopía, es uno de los mejores documentos de su perso-
nalidad. Todos los elementos de su arte se conciertan y combinan en
esas páginas admirables. Su pensamiento, alimentado de recuerdos de
la antigüedad clásica, explora el porvenir distante desde un anciano
proscenio. Las dratriatis personae de la novela, gente selecta, exquisita
194 Partidario de la revisión del proceso que condenó injustamente al capitán
Alfredo Dreyfuss.
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