Page 292 - La escena contemporánea y otros escritos
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Anatole France
El crepúsculo de Anatole France ha sido el de una vida clásica.
Anatole France ha muerto lenta y compuestamente, sin prisa y sin
tormento, como él, acaso, se propuso morir. El itinerario de su carrera fue
siempre el de una carrera ilustre. France llegó puntualmente a todas las
estaciones de la inmortalidad. No conoció nunca el retardo ni la antici-
pación. Su apoteosis ha sido perfecta, cabal, exacta, como los períodos de
su prosa. Ningún rito, ninguna ceremonia ha dejado de cumplirse. A su
gloria no le ha faltado nada: ni el sillón de la Academia de Francia, ni el
Premio Nóbel.
Anatole France no era un agnóstico en la guerra de clases. No era
un escritor sin opiniones políticas, religiosas y sociales. En el conflicto
que desgarra la sociedad y la civilización contemporáneas no se había
inhibido de tornar parte. Anatole France estaba por la revolución y con
la revolución. “Desde el fondo de su biblioteca —como decía una vez
un periódico francés— bendecía las empresas de la gran Virgen”. Los
jóvenes lo amábamos por eso.
Pero la adhesión a France, en estos tiempos de acérrima belige-
rancia, va de la extrema derecha a la extrema izquierda. Coinciden en el
acatamiento al maestro reaccionario y revolucionario.
No han existido, sin embargo, dos Anatole France, uno parte uso
externo deja burguesía y del orden, otro para regalo de la revolución y sus
fautores: Acontece, más bien, que la personalidad de Anatole France tiene
diversos lados, diversas facetas, diversos matices y que cada sector del
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