Page 268 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               la cabeza, se pronunciaron en contra, dentro del grupo; pero en el parla-
               mento, por razón de disciplina, votaron con la mayoría. El voto del grupo
               parlamentario socialista se amparaba en el concepto de que la guerra
               era una guerra de defensa. Más tarde, cuando el verdadero carácter de la
               guerra empezó a precisarse, la minoría se negó a seguir asociándose a la
               responsabilidad de la mayoría. Veinte diputados socialistas se opusieron
               en el Reichstag a la tercera demanda de créditos de guerra. Los líderes
               mayoritarios, Ebert y Scheideman, reafirmaron entonces su solidaridad
               con el Estado. Y, desde ese voto, pusieron su autoridad al servicio de la
               política imperial. La minoría fue expulsada del partido.
                  La derrota obligó a la burocracia del socialismo alemán a jugar un
               papel  superior  a  sus  aptitudes  espirituales.  Sobrevino  un  aconteci-
               miento histórico que jamás habían supuesto tan cercano sus pávidas
               previsiones: la revolución. Las masas obreras, agitadas por la guerra,
               animadas por el ejemplo ruso, se movieron resueltamente a la conquista
               del poder. Los líderes social-democráticos, los funcionarios de los sindi-
               catos, empujados por la marea popular, tuvieron que asumir el gobierno.
                  Walter Rathenau ha escrito que “la revolución alemana fue la huelga
               general  de  un  ejército  vencido”. Y  la  frase  es  exacta.  El  proletariado
               alemán no se encontraba espiritualmente preparado para la revolución.
               Sus líderes, sus burócratas, durante largos años, no habían hecho otra
               cosa que extirpar de su acción y de su ánima todo impulso revolucio-
               nario. La derrota inauguraba un período revolucionario antes que los
               instrumentos de la revolución estuviesen forjados. Había en Alemania,
               en suma, una situación revolucionaria; pero no había casi líderes revo-
               lucionarios ni conciencia revolucionaria. Liebknecht, Rosa Luxemburgo,
               Mehring, Joguisches, Leviné, disidentes de la minoría que, convertida en
               Partido Socialista Independiente, se mantenía en una actitud hamlética,
               indecisa, vacilante reunieron en la Spartacusbund 181  a los elementos más
               combativos del socialismo. Las muchedumbres comenzaron a reconocer
               en la Spartacusbund el núcleo de una verdadera fuerza revolucionaria y
               a sostener, insurreccionalmente, sus reivindicaciones.


               181   Spartacusbund:  Liga  de  Espartaco.  Nombre  del  Partido  Comunista  Alemán
                   fundado por Carlos Liebknecht.


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