Page 273 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
los Soviets se encargó de desvanecer sus últimas ilusiones democráticas.
Sadoul vio a la Francia republicana y a la Inglaterra liberal, exiliadas
del despotismo asiático del zar, encarnizarse rabiosamente contra la
dictadura revolucionaria del proletariado. El contacto con los líderes de
la revolución le consintió, al mismo tiempo, aquilatar su valor. Lenin y
Trotsky se revelaron a sus ojos y a su conciencia, en un momento en que
la civilización los rechazaba, como dos hombres de talla excepcional.
Sadoul, poseído por la emoción que estremecía el alma rusa, se entregó
gradualmente a la revolución. En julio de 1918 escribía a sus amigos, a
Longuet, a Thomas, a Barbusse, a Romain Rolland: “Como la mayor parte
de nuestros camaradas franceses, yo era antes de la guerra un socia-
lista reformista, amigo de una sabia evolución, partidario resuelto de las
reformas que una a una, vienen a mejorar la situación de los trabajadores,
a aumentar sus recursos materiales e intelectuales, a apresurar su orga-
nización y a multiplicar su fuerza. Como tantos otros, yo vacilaba ante la
responsabilidad de desencadenar, en plena paz social (en la medida en
que es posible hablar de paz social dentro de un régimen capitalista),
una crisis revolucionaria, inevitablemente caótica, costosa, sangrienta
y que, mal conducida, podía estar destinada al fracaso. Enemigos de la
violencia por encima de todo, nos habíamos alejado poco a poco de las
sanas tradiciones marxistas. Nuestro evolucionismo impenitente nos
había llevado a confundir el medio, esto es la reforma, con el fin, o sea la
socialización general de los medios de producción y de cambio. Así nos
habíamos separado, hasta perderla de vista de la única táctica socialista
admisible, la táctica revolucionaria. Es tiempo de reparar los errores
cometidos”.
Noulens y sus secretarios denunciaron en Francia a Sadoul como un
funcionario desleal. Les urgía inutilizarlo, invalidarlo como acusador de
la incomprensión francesa. Clemenceau ordenó un proceso. El Partido
Socialista designó a Sadoul candidato a una diputación. El pueblo era
invitado, de este modo, a amnistiar al acusado. La elección habría sido
entusiasta. Clemenceau decidió entonces inhabilitar a Sadoul. Un
consejo de guerra se encargó de juzgarlo en contumacia y de senten-
ciarlo a muerte.
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