Page 258 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               de los bolcheviques, mientras que algunos socialistas, negando a Lenin
               el derecho de considerarse ortodoxamente marxista, sostenían que su
               personalidad acusaba, más bien, la influencia soreliana.
                  La C.G.T. se escindía porque los sindicatos necesitaban optar entre la
               vía de la revolución y la vía de la reforma. El sindicalismo revolucionario
               cedía su puesto, en la guerra social, al comunismo. La lucha, desplazada
               del terreno económico a un terreno político, no podía ser gobernada por
               los sindicatos, de composición inevitablemente heteróclita, sino por un
               partido homogéneo. En el hecho, aunque no en la teoría, los sindicalistas
               de las dos tendencias se sometían a esta necesidad. La antigua Confe-
               deración del Trabajo obedecía la política del Partido Socialista; la nueva
               Confederación  (C.G.T.U.)  obedecía  la  política  del  Partido  Comunista.
               Pero también en el campo sindical debía cumplirse una clasificación,
               una polarización, más o menos lenta y laboriosa, de las dos tendencias.
               La ruptura no había resuelto la cuestión: la había planteado solamente.
                  El  proceso  de  bolcheviquización  del  sector  comunista  francés
               impuso, por estos motivos, una serie de eliminaciones que, naturalmente,
               no pudieron realizarse sin penosos desgarramientos. La Tercera Inter-
               nacional, resuelta a obtener dicho resultado, empleo los medíos más
               radicales. Decidió, por ejemplo, la ruptura de todo vínculo con la maso-
               nería. El antiguo Partido Socialista que en la batalla laica, en los tiempos
               prebélicos, había sostenido al radicalismo se había enlazado y compro-
               metido excesivamente con la burguesía radical, en el seno de las logias.
               La franc-masonería era el nexo, más o menos visible, entre el radica-
               lismo y el socialismo. Escindido el Partido Socialista, una parte de la
               influencia franc-masónica se traslado al Partido Comunista. El nexo, en
               suma, subsistía. Muchos militantes comunistas que en la plaza pública
               combatían todas las formas de reformismo, en las logias fraternizaban
               con  toda  suerte  de  radicaloides.  Un  secreto  cordón  umbilical  ligaba
               todavía la política de la revolución a la política de la reforma. La Tercera
               Internacional quería cortar este cordón umbilical. Contra su resolución,
               se rebelaron los elementos reformistas que alojaba el partido. Frossard,
               uno de los peregrinos convertidos en 1920, secretario general del comité
               ejecutivo, sintió que la Tercera Internacional le pedía, una cosa superior
               a sus fuerzas: Y escribió, en su carta de dimisión de su cargo, su célebre


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