Page 262 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos
fábricas. La Confederación General del Trabajo y el Partido Socialista,
en un dramático diálogo, discutieron si era o no era la oportunidad de
librar la batalla decisiva. La supervivencia del espíritu reformista en la
mayoría de los funcionarios y conductores del proletariado italiano aún
en muchos de los que, intoxicados por la literatura del Avanti, se suponían
y se proclamaban revolucionarios incandescentes quedó evidenciada
en ese debate. La revolución fue saboteada por los líderes. La mayoría se
pronunció por la transacción. Esta retirada quebrantó, como era natural,
la voluntad de combate de las masas. Y precipitó el cisma socialista. El
Congreso de Livorno (enero de 1921) fue un vano intento por salvar la
unidad. El empeño romántico de mantener, mediante una fórmula equí-
voca, la unidad socialista, tuvo un pésimo resultado: El partido apareció,
en el Congreso de Livorno, dividido en tres fracciones: la fracción comu-
nista, dirigida por Bórdiga, Terracini, Gennari, Graziadei, que reclamaba
la ruptura con los reformistas y la adopción del programa de la Tercera
Internacional; la fracción centrista encabezada por Serrati, director del
Avanti que, afirmando su adhesión a la Tercera Internacional, quería, sin
embargo, la unidad a ultranza; y la fracción reformista que seguía a Turati,
Treves, Prampolini y otros viejos líderes del socialismo italiano. La vota-
ción favoreció la tesis centrista de Serrati, quien, por no romper con los
más lejanos, rompió con los más próximos. La fracción comunista consti-
tuyó un nuevo partido. Y una segunda escisión empezó a incubarse.
Ausentes los comunistas, ausentes la juventud y la vanguardia, el
partido socialista quedó bajo la influencia ideológica de la vieja guardia.
El núcleo centrista de Serrati carecía de figuras intelectuales. Los refor-
mistas, en cambio, contaban con un conjunto brillante de parlamentarios
y escritores. A su lado estaban, además, los más poderosos funciona-
rios de la Confederación General del Trabajo. Serrati, y sus fautores
acaparaban, formalmente, la dirección del Partido Socialista; pero los
reformistas se aprestaban a reconquistarla sagaz y gradualmente. Las
elecciones de 1921 sorprendieron así escindido y desgarrado el movi-
miento socialista. A la ofensiva revolucionaria, detenida y agotada en la
ocupación de las fábricas, seguía una truculenta contraofensiva reaccio-
naria. El fascismo, armado por la plutocracia, tolerado por el gobierno
y cortejado por la prensa burguesa, aprovechaba la retirada y el cisma
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