Page 192 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               facultades obreras y ha constatado que sus estudiantes se mostraban
               hostiles a la vez al diletantismo y al dogmatismo. “Nuestras escuelas
               —continúa  Lunatcharsky—  son  mixtas. Al  principio  la  coexistencia
               de los dos sexos ha asustado a los maestros y provoca do incidentes.
               Hemos,  tenido  algunas  novelas  molestas.  Hoy,  todo  ha  entrado  en
               orden. Si se habitúa a los niños de ambos sexos a vivir juntos desde
               la infancia, no hay que temer nada inconveniente cuando son adoles-
               centes. Mixta, nuestra escuela es también laica. La disciplina misma
               ha  sido  cambiada:  queremos  que  los  niños  sean  educados  en  una
               atmósfera de amor. Hemos ensayado además algunas creaciones de un
               orden más especial. La primera es la universidad destinada a formar
               funcionarios de los jóvenes que nos son designados por los soviets
               de provincia. Los cursos duran uno ó tres años De otra parte, hemos
               creado la Universidad de los pueblos de Oriente que tendrá, a nuestro
               juicio, una enorme influencia política. Esta Universidad ha recibido
               ya un millar de jóvenes venidos de la India, de la China, del Japón, de
               Persia. Preparamos así nuestros misioneros”.
                  El Comisario de Instrucción Pública de los Soviets es un brillante
               tipo de hombre de letras. Moderno, inquieto, humano, todos los aspectos
               de la vida lo apasionan y lo interesan. Nutrido de cultura occidental,
               conoce  profundamente  las  diversas  literaturas  europeas.  Pasa  de  un
               ensayo sobre Shakespeare a otro sobre Maiakovski. Su cultura literaria
               es, al mismo tiempo, muy antigua y muy moderna. Tiene Lunatcharsky
               una comprensión ágil del pasado, del presente y del futuro. Y no es un
               revolucionario de la última sino de la primera hora. Sabe que la crea-
               ción de nuevas formas sociales es una obra política y no una obra lite-
               raria. Se siente, por eso, político antes que literato. Hombre de su tiempo,
               no quiere ser un espectador de la revolución; quiere ser uno de sus
               actores, uno de sus protagonistas. No se contenta con sentir o comentar
               la historia; aspira a hacerla. Su biografía acusa en él una contextura espi-
               ritual de personaje histórico.









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