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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              quiso que Rusia opusiera al militarismo alemán una actitud tolstoyana:
              que rechazase la paz que se le imponía y que se cruzase de brazos, inde-
              fensa, ante el adversario. Lenin, con mayor sentido político, prefirió la capi-
              tulación. Trasladado al Comisariato de Guerra, Trotsky recibió el encargo
              de organizar el ejército rojo. En esta obra mostró Trotsky su capacidad de
              organizador y de realizador. El ejército ruso estaba disuelto. La caída del
              zarismo, el proceso de la revolución, la liquidación de la guerra, produ-
              jeron su aniquilamiento. Los Soviets carecían de elementos para recons-
              tituirlo. Apenas  si  quedaban,  dispersos,  algunos  materiales  bélicos.  Los
              jefes y oficiales monarquistas, a causa de su evidente humor reaccionario,
              no podían ser utilizados. Momentáneamente, Trotsky trató de servirse del
              auxilio técnico de las misiones militares aliadas, explotando el interés de la
              Entente de recuperar la ayuda de Rusia contra Alemania. Mas las misiones
              aliadas deseaban, ante todo, la caída de los bolcheviques. Si fingían pactar
              con ellos era para socavarlos mejor. En las misiones aliadas Trotsky no
              encontró sino un colaborador leal: el capitán Jacques Sadoul, 147  miembro de
              la embajada francesa, que acabó adhiriéndose a la Revolución, seducido por
              su ideario y por sus hombres. Los Soviets, finalmente, tuvieron que echar
              de Rusia a los diplomáticos y militares de la Entente. Y, dominando todas las
              dificultades, Trotsky llegó a crear un poderoso ejército que defendió victo-
              riosamente a la Revolución de los ataques de todos sus enemigos externos
              e internos. El núcleo inicial de este ejército fueron doscientos mil volun-
              tarios de la vanguardia y de la juventud comunista. Pero, en el período de
              mayor riesgo para los Soviets, Trotsky comandó un ejército de más de cinco
              millones de soldados.
                 Y, como su ex-generalísimo, el ejército rojo es un caso nuevo en la
              historia militar del mundo. Es un ejército que siente su papel de ejército
              revolucionario y que no olvida que su fin es la defensa de la revolución. De
              su ánimo está excluido, por ende, todo sentimiento específica y marcial-
              mente imperialista. Su disciplina, su organización y su estructura son
              revolucionarias. Acaso, mientras el generalísimo escribía un artículo sobre
              Romain Rolland, los soldados evocaban a Tolstoy o leían a Kropotkin.



              147   Ver el artículo de J. C. Mariátegui, sobre el caso de Jacques Sadoul.


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