Page 175 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


                 Pero los Estados Unidos no son, como querrían, un espectador de la
              crisis contemporánea sino uno de sus protagonistas. Si a Europa le inte-
              resan los acontecimientos norteamericanos, a los Estados Unidos no le
              interesan menos los acontecimientos europeos. La bancarrota europea
              significaría para los Estados Unidos el principio de su propia bancarrota.
              Norte América se ve forzada por eso, a seguir prestando dinero a sus
              deudores europeos. Para que Europa le pague algún día, Norte América
              necesita  continuar  asistiéndola  financieramente.  No  lo  hace,  natural-
              mente, sin exigir garantías excepcionales. Francia obtuvo, con Poinearé, un
              préstamo de la banca norteamericana, a condición de reducir sus gastos y
              aumentar sus impuestos. Alemania, a cambio de la ayuda financiera que le
              acuerda el plan Dawes, se somete al control de los Estados Unidos.
                 Norte América  no  puede  desinteresarse  de  la  suerte  de  Europa.
              No puede encerrarse dentro de sus murallas económicas: Al revés de
              Europa, los Estados Unidos sufren de plétora, de oro. La experiencia
              norteamericana nos enseña que si la falta de oro es un mal, el exceso de
              oro casi es un mal también. La plétora de oro origina encarecimiento de
              la vida y abaratamiento del capital. El oro es fatal al mundo, en la tragedia
              contemporánea, como en la ópera wagneriana.
                 El empobrecimiento de Europa representa para las finanzas y la industria
              norteamericanas la pérdida de inmensos mercados. La miseria y el desorden
              europeos  disminuyen  las  exportaciones  norteamericanas.  Producen  una
              crisis de desocupación en la agricultura y en la industria yanquis. La desocu-
              pación a su turno exaspera la cuestión social. Crea en el proletariado un
              estado de ánimo favorable, a la propagación de ideas revolucionarias.
                 Malgrado la victoria electoral de los republicanos, malgrado su valor
              de afirmación imperialista y conservadora, es evidente que se difunde
              en los Estados Unidos un humor revolucionario. Varios hechos denun-
              cian que los Estados Unidos no son, a este respecto, tan inexpugnables
              ni tan inmunes como algunos creen. El orientamiento de los obreros
              americanos  adquiere  rumbos  cada  vez  más  atrevidos.  Los  pequeños
              farmers, 142  pauperizados por la baja de los productos agrícolas, desertan
              definitivamente de los rangos de los viejos partidos.

              142   Agricultores, campesinos o propietarios agrícolas.


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